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El cacique Namuncurá

Quien con el tiempo habría de  ser un azote de Dios en las llanuras del sur de la patria, Manuel Namuncurá, nació en Chile en 1811, y es interesante recordar que en el mismo año nacía Sarmiento, ambos representantes, según el “Facundo” de un momento de nuestra historia, civilización y barbarie. Y prosiguiendo las coincidencias anotemos que Namuncurá aparece en la Argentina , naturalmente a todo correr de las temibles “lanzas” de su padre Cafulcurá en 1834, cuando nace José Hernández, quien, como nadie, retrató al nativo de las tolderías.
Sin entrar en complicaciones idiomáticas, expresemos que se bautizó al niño con el nombre de Emanuel, que en hebreo significa “.enviado de Dios”.
Entra en Argentina, repetimos, en 1834 en avance de gritos y asesinatos, junto a su padre que –dicen- lo hacía para aliarse con Rosas.
Larga es la historia de los malones a los cuales asistió el joven Namuncurá, y cada vez más se imponía su fuerza, su destreza y su habilidad diplomática para los tratados con los cristianos.
Alguna vez –relata Adalberto Clifton Godney en su magnífica obra sobre el cacique y cuya fuente es la principal que utilizamos, llegaron hasta Urquiza, quien colmó de obsequios a Cafulcurá y sus acompañantes. Se  añade que al partir notaron la falta de uno de los hijos del famoso “piedra azul” (Cafulcurá quiere decir “piedra azul”) . El cacique halló unos restos, de ellos tomó la lengua y la llevó a las tolderías y allí los brujos aseguraron era del hijo desaparecido, y que el indicar como el asesino a uno de los caciques presentes, Cafulcurá le partió el corazón de una puñalada y dispuso que su hijo Namuncurá fuese a matar a todos los demás miembros de la familia del asesino menos a los niños. En 1872 el terrible  Cafulcurá es derrotado en forma aplastante y entre su agobio de vencido y su ciento y pico de años (Guinnard lo conoció a los 103 años y con 32 esposas) muere al año siguiente. Se lleva a efecto el Consejo de Jefes y luego de violentas disputas se resuelve formar un triunvirato de hijos del jefe muerto, del que forma parte Namuncurá quien al poco tiempo, un poco por habilidad, otra por el terror se erige en amo indiscutido.
Namuncurá, ya jefe del pueblo trata con los distintos gobiernos de la República y con ellos cambia curiosas cartas. Dice, en una de ellas a Alsina (gobernador entonces de Buenos Aires) protestando por una futura posesión de sus tierras: Son campos heredados y los defiendo… hará grandes daños y veremos quién puede más. Utilizaba, como Sarmiento, la i latina.. La lucha contra las fuerzas nacionales prosigue sangrienta. En diversas ocasiones la lanza de Namuncurá hace tambalear firmes posiciones gubernamentales, hasta que en 1877 es derrotado, poco antes de cierta amenaza que hiciera de invadir Buenos Aires, lo obliga a huir el valiente Nicolás Levalle quien- criollo al fin- escribía al respecto: “A mi tropa no le arredra ya el indio, ni el desierto ni la fatiga” Y a la verdad el winchester había triunfado sobre la lanza. Y Namuncurá debió retroceder hasta Nahuel Huapi en pésimas condiciones y cierto día casi es apresado, pero con felina agilidad – a pesar de sus 71 años- se esconde en las estribaciones de los Andes, debiendo abandonar en la huida a su mujer-. que era blanca y seis hijos, entre los cuales una niña llamada “Manuelita Rosas”. Trata aún el cacique de concertar tratados de paz con el gobierno nacional, pero infructuosamente. Y prosigue su resistencia cada vez más solo, sin embargo, jamás quiso huir a Chile, mostrando así su temple de valiente. Mas su salvajismo habría de rendirse frente a la mansedumbre incomparable de un sacerdote salesiano, el cura misionero Milanesio, a quien se entrega Namuncurá prometiendo rendirse, pero con honor…
(El próximo viernes lea la continuación de esta nota que rescatamos de nuestra biblioteca en dos páginas sueltas con el título de “Palabras Argentinas “sin fecha (posiblemente 1936) de la revista “Caras y Caretas”. Su autor: Arturo Carranza Casares)

Se dijo el 25 de Mayo
*Desde Casa de Gobierno. Presidente de la Nación, Alberto Fernández:
“Este 25 de Mayo nos encuentra en un momento difícil de nuestra historia. La pandemia nos afecta a todos, pero también nos propone un desafío, dejar atrás el egoísmo y comenzar a construir una Argentina más solidaria. Vamos a hacerlo juntos. Más unidos que nunca.”

*Desde la Catedral Metropolitana. Tedéum (a puertas cerradas). Arzobispo de Buenos Aires y cardenal pontificio de la Argentina Mario Poli:
“Tampoco hay lugar para llevar al terreno de las ideologías, posturas partidistas o intereses sectoriales ya que se trata de decidir sobre la vida de todos los argentinos y, por lo tanto, se hace necesario preservar la unidad. Todos sabemos que defender a la gente significa un descalabro económico. Sería triste que se optara por lo contrario. La globalización de la enfermedad con sus cuitas de dolor y muerte hoy nos hacen caer en la cuenta de que la humanidad es una y nos urge entrelazar sentimientos comunes”

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