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¡A VOTAR!

«Lo más atroz de las cosas malas de la gente mala es el silencio de la gente buena» (Mahatma Gandhi)
Desde la vuelta a la democracia en 1983 y sin claudicaciones, todos los viernes anteriores a las elecciones a nuestra nota editorial relacionada con los comicios la hemos titulado ¡A VOTAR!
Y con los signos que transforman la corta frase en una voz imperativa para tratar de contagiar nuestra sempiterna euforia electoral que está dirigida especialmente a los que se vuelven remolones ante la comparencia al cuarto oscuro.
Cierto es que la euforia que podemos transmitir está asentada en el hecho de poder vivir en democracia, lo que pretende significar vivir en libertad, al menos en este cono sur 2019 donde  lo que se escribe, se escucha y se ve a diario con relación a políticos  y candidatos, deja advertir la necesidad de custodiar el gran paraguas democrático que nos debiera cobijar en su totalidad  y, en estos momentos, si nos atenemos a los distintos mensajes a cargo de politólogos de turno que se parecen más a los que pronuncian seres que habitan distintas galaxias, hasta nos hace pensar que, retrotrayéndonos en el tiempo, estamos habitando aquella mítica Torre de Babel donde, entre desorden y confusión, se mezclaban mucho  las lenguas y nadie se entendía.
Habiendo aclarado el porqué de nuestra euforia  a pesar de la «grieta» político social creada ad-hoc  y cultivada hasta con ganas, se nos puede permitir que, pese a ella, trabajemos periodísticamente «a lo argentino»  desgranando las quejas de la gente y sacando conclusiones que afloran a borbotones, mientras las cascadas cristalinas y transparentes cada vez vierten menos agua.
De todas formas algo es evidente, que esta elección general del 27 próximo sí genera expectativas, las razones  para ello están a la vista y eso se debe en gran medida a la polarización y a la grieta que ha logrado hacer de las suyas en el mundo de la política, con su derivación en la economía y por ende al bienestar de la gente.
Y si decíamos ayer «Si no hay entusiasmo no es porque el juego se volvió aburrido, sino porque no hay a quien alentar. ¿Quién se pone la camiseta de algún candidato? Seguramente aquel que tiene un interés particular o aquel otro que lo inducen u obligan a que lo haga… y atribuíamos esa falta de «calentamiento colectivo» a varios factores, entre ellos a que la democracia ya iba por el cuarto de siglo de vigencia y lejos están las palabras del entonces electo presidente de la Nación, Dr. Raúl Alfonsín, que, en campaña electoral, la mostraba en ese alumbramiento que fascinaba como la panacea que todo lo resolvía.
Hoy, aunque por aquí o por allá aparezca una calma chicha, la procesión va por dentro y el derecho al voto
actúa como una panacea, a muy corto plazo, enervando conciencias y multiplicando pasiones ante un cono sur al que se pretende hacer aparecer como un trofeo de caza.

Encuestas y encuestadores
En cuanto a las encuestas y encuestadores que las producen se las han visto feas en estos últimos tiempos- valga entonces el decir de Ana Gercheson
«Las encuestas comparten una condición común en la Argentina, nadie les cree. A esta altura se sabe que los sondeos de opinión ya no son los que eran, ya no reflejan lo que miden, sino que actúan como verdaderas herramientas políticas de campaña de quien las encarga y las paga en períodos electorales» Es que las encuestas, aunque en menor proporción, invaden sin reparos nuestra intimidad política con sus números halagadores para unos y «de fabrica» para otros, va cerrando el cerco electoral que nos coloca frente a las urnas este domingo donde muchos, más de lo que se puede imaginar , depositarán su voto pensando en argentino, utilizando razonamientos y experiencias  bicentenarias basándose en un suelo todavía bien adornado por expresiones nutridas de los tres reinos naturales que se prodigaron en él, ofreciendo  buena vida en suelo generoso ciertamente abierto y codiciado por un mundo en crisis.
Debate 2
Vale acotar que el pasado domingo con la segunda ronda del debate de los candidatos presidenciales,  pudo advertirse un  progreso dialéctico- razonado superior al del primer debate y, de algún modo este segundo superó al primero, cierto que el debate se asemejó más a ello, cierto también que se polarizó, aun ocupando el mismo tiempo de oratoria, en los dos pretendientes al triunfo electoral del domingo 27, cierto, y por último, que los temas propuestos a futuro
caben en un país que vive en un momento de orden y progreso, sin una crisis económica nacional de magnitud por lo que las repuestas a futuro de los candidatos no cubrió la inquietud ciudadana de la gente como para conocer la propuesta de cada candidato en lo que hace ir resolviendo el hoy y el ya.
Que el buen tiempo nos acompañe y que nuestro cuarto oscuro del 27 sea visitado por la legión de votantes obereños, sabiendo que al ingresar a él, su conciencia ciudadana está en completa libertad sin presiones, tal como viene sucediendo en este Misiones ordenado y sin rencillas políticas de alcoba.
El resultado que arrojen los comicios será así el deseo de un pueblo que, como todos los pueblos del país, es soberano y tiene, mediante la democracia, la libertad de ejercer ese derecho a plenitud.
Obereños ¡A votar!

El ayer político obereño
Entonces el plato fuerte de la puja electoral estaba dado por la rivalidad entre los partidos tradicionales, la UCR y el PJ. lo que le agregaba ese ingrediente picantito que hacía que la gente, en cada elección, viviera el “clásico” de la política y “transpirara la camiseta”.
En tren de recuerdos, si que recordamos y muy bien en el Oberá del ayer nomás, a la hora del recuento de votos, a los fiscales generales del partido perdidoso que transpiraban ante la derrota como única reacción hacia afuera ya que como decíamos “la procesión va por dentro”
Han quedado para el recuerdo aquellas “unidades básicas y aquellos “comités” de la vieja política, sin embargo la seguimos encontrando a ella, ubicada como siempre a sus anchas en otros espacios, pero no culpamos de ello a los dirigentes solamente, ya que esa “nueva política” que debiera surgir en su reemplazo, la gente pareciera no querer saber cómo ponerla a girar en el ruedo… ¡no sea que…!

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