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El vibrar de una Oberá pujante

Cerrando la serie de notas que quisimos llamar de homenaje a aquellos primeros colonizadores que plasmaron este suelo y con su esfuerzo inmigrante contribuyeron a abrir surcos de progreso en la tierra colorada para que una vez logrado el pueblo, éste llegara a ser la segunda ciudad de Misiones, primera del Interior, homenaje que realizamos con motivo de celebrarse en septiembre la 40 edición de la Fiesta Nacional del Inmigrante, entregamos hoy esta página junto a poesías emblemáticas que tienen la fuerza de levantar el espíritu ante tanta adversidad circunstancial y volver una vez más a nuestro pacífico entorno nacido, como se ve, de lágrimas y sudores entremezclados con el vibrar de una Oberá pujante.

La poesía
Muy ayer:
«OBERÀ»
Pelean por un guaá/ dos hermanos en el monte/.Tupí se queda en el norte/ Viene el otro al Paraná.// Esa es la nota inicial/ Del guaraní legendario/ Que grava en nuestro escenario/ Su epopeya sin igual// En su nombre se halla inscripto/ Su infortunado destino,/ La cruenta guerra es el sino/ De su eterno sacrificio// Cuando llega el español/ A sus tierras soberanas/ La lucha Oberá proclama/ Desafiando al invasor.// Condénase su osadía/.Su nombre se desprestigia/ Y en su contra la conquista/ Descarga su saña impía//. Caen los indios vencidos!/ Cae aquel jefe injuriado! /Pero ellos han sentado/ La entereza del nativo.// Episodio del pasado/ Cuyos lejanos tañidos/ Los tiempos han recogido/ Cual símbolo americano// .Albores de nuestra historia/ Impregnados de altiveces./ Rebeldía que ya ofrecen/ Preciosa sangre a la gloria.// Oberá, el pujante pueblo/ Que aquel nombre recogiera/ Hoy irradia en nuestra tierra/ Las luces de ese recuerdo.// Por eso las expresiones/ De sus fecundos afanes,/ Vibran cual himnos triunfales/ En las selvas de Misiones. (Aníbal Cambas. Pionero historiador misionero-)

OBERÁ (1938)
Aquí todas la razas felices fraternizan/ y en un cordial abrazo conquistan su yantar,/ y en una lid honrosa, cual héroes rivalizan/ labrando la grandeza que hará su bienestar// ¡Oh, pueblo, bello y joven, benigno y floreciente/ forjado entre esta selva magnífica y feraz!/ ha hoy diez años justos que echaron tu simiente/ aquellos luchadores de magna voluntad.// (Angel Aristondo. 9 de julio de 1938)

OBERÁ (2001)
Brillando en la espesura/ Nacías, incipiente…/¡Oberá/ «Lo que brilla»/ O tal vez «El diamante»/ Espesa en la  bravura/ Coraje de Inmigrantes/ Creciste Refulgente/ Entre el rojo del suelo/ El verde de los montes/ Y ese suelo ondulado/ Que te hizo pintoresca/ Distinta y envidiable./ La mezcla de las razas,/ Forjó a tus hijos bellos /Oberá de azaleas/ Y perfume de azahares/ Aroma a te y a monte/ Paisaje de coraje./ Oberá de empedrado/ Y hermosas plazoletas/ De monumentos altos/ Que avizoran la selva/ Oberá de inmigrantes/ De Misiones, -La estrella-. (Viviana Gil Navarro-Pregón Misionero 13/ 07/ 2001)

La Prosa
Volcados en una sola matriz aparecen todos los esfuerzos colonizadores, entregados a un suelo virgen que, cual hoguera encendida, los tragó, asimilándolos y devolviéndolos en esta hermosa realidad que hoy nos acompaña.
Ya contabilizados los cien años de las primeras presencias grupales extranjeras en este suelo, es esta la etapa de la colonización, una de las más sublimes en la vida de un pueblo, la que lleva implícita la sabia de la vida y que en función de semilla habrá de fructificar en más o en menos, según haya sido bien o mal depositada.
Es en ella donde el colonizador se funde con su imagen a través del tiempo y logra la inmortalidad comunitaria, una inmortalidad compartida, producto de sus aportes, de sus aciertos, de sus desvelos, pero en una abstracción voluntaria de lo negativo. Y esto es así y es justo, porque su inclusión en esta etapa es la resultante de su contribución al esquema de progreso trazado y logrado.
Ante tales apreciaciones, fácil resulta comprender que la cronología da paso a una comunión, sin que esto signifique en modo alguno olvidar individualidades, imposibles de olvidar.
Es esta una tierra ubérrima, moldeada con coraje, pasión y cariño por todos los que aquí estuvieron, tanto por aquellos visionarios extranjeros que fueron los primeros en descubrirla, escondida como estaba por el bosque, como por todos los que conformaron la avanzada colonizadora que tendrá lugar masivamente en las décadas siguientes.
Este criterio que sostenemos, encuentra su razón de ser en los documentos de aquella época que muestran, tras la fundación del pueblo, a un mosaico de nacionalidades empujando juntas para lograr el objetivo común que no es otro que el bienestar y el progreso.
Observamos un registro de la escuela 185 (primer escuela primaria erigida en el ejido urbano) y que pertenece a un primer grado, correspondiendo al año 1932 es decir cuatro años después de la fundación de Oberá.
Hallamos en él, en el rubro referente a nacionalidad de los padres, por orden de anotación: uruguayos, alemanes, brasileños, checos, italianos, paraguayos, polacos, franceses, rusos, suecos, suizos y japoneses, acompañados de una mayoría de padres argentinos, sin olvidar que esta colonización masiva se forjó por la anterior e histórica llegada de los colonos suecos que conformaron Villa Svea, creando para ella instituciones imprescindibles para el asentamiento y vida tales como la primer escuela argentina, la 84, que nucleaba a una población escolar de hijos de esos colonos precursores.
Es Oberá, continuadora de Yerbal Viejo, el producto del esfuerzo de hombres y mujeres de todas las nacionalidades que arribaron a su suelo acogedor y lo supieron hacer grande para colocarla, a pocos años de su fundación, en el primer lugar de los pueblos del interior de la provincia de Misiones. ¡Qué hermosa realidad la de esta colonización de aporte múltiple!

La Historia
Al promediar el año 1928, la población de Yerbal Viejo ha tenido un enorme crecimiento
El conglomerado de nacionalidades que lo conforman, hizo que el pueblo ofreciera un pintoresco y atractivo escenario para el viajero que a medida que  incursionaba en lo económico, comercial, cultural, social y religioso, se asombraba ante el rápido progreso y la mucha población que allí se encontraba.
Una vez que fueron mensuradas las tierras elegidas como cabecera de la Colonia , el ingeniero Gordillo hizo la división ocupando una extensión de 50 hectáreas, subdivididas en 38 manzanas y 255 solares.
En ese entonces existía un único camino que allí comenzaba y que atravesaba  el pueblo y que -como lo había manifestado el gobernador Héctor Barreyro, tras la exitosa Picada San Martín construida por los colonos con ayuda del gobierno- tenia como destino final las Cataratas del Iguazú y que fuera construido por el Ministerio de Obras Públicas, a través de la Dirección de Puentes y Caminos.
A su lado se fueron construyeron las casitas de madera que conformaban el pueblo.
Esa cantidad de pobladores extranjeros que estaban dispuestos a todo, se fueron estableciendo en esa mensura y en las cercanías formando así una gran colonia, extensa, rica y promisoria.
El 9 de julio de 1928 fue fundado oficialmente el pueblo de 0berá, cabecera de la colonia Yerbal Viejo.
De esta forma se cumplía el sueño de los colonizadores que se habían aferrado a la posibilidad de que, ocupando esta tierra, forjarían un futuro de paz y trabajo a partir del codiciado «oro verde», que junto con la madera que les proporcionaba el monte, fueron aportes decisivos para el afianzamiento de la colonización que, prácticamente, salvo ese valioso aporte natural, no contó con mayor ayuda oficial.
Y así se levantó, de entre la selva, un poblado que se fue extendiendo en pocos años y de tal forma que aquélla que fuera la Colonia Yerbal Viejo, construida a fuerza de sudor y esperanza, con el correr del tiempo tuvo que ceder el paso a una pujante Oberá, a la que un poeta misionero, Manuel Antonio Ramírez, con intuición  histórica, llamara la «Capital del Monte»,

El Nombre
Faltaba nombre a este pueblo, un nombre que respondiese al progreso de esta zona laboriosa y fue el entonces Director General de Tierras y Colonias Tte. Cnel. Melitón Díaz de Vivar quien lo bautizó con el nombre de Oberá (brillante) nombre de un famoso cacique indio guaraní.
Y para cerrar esta oferta histórico-literaria, que mejor que la chispa picantemente emotiva de Gustavo García Saraví:
OBERA
Un caballo, un sombrero aludo, polvo, un modo/ de andar, cierto aire agreste,/ un sheriff y, tal vez, un justiciero (Un clásico/ film del oeste)
ORGULLO
Orgullo y júbilo/ para ti y para mí:/ una abuela alemana/ y un bisabuelo guaraní.

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