José Viana tiene 23 años y fue uno de los cinco estudiantes de Ingeniería atacados a cuchillazos el viernes en Oberá. Una estocada le dañó el ojo izquierdo y podría perderlo. Entre ocho y diez habrían sido los agresores y hasta el momento no hay ningún detenido.

“Me quedé helado cuando vi mi campera con tantos cortes y sangre, atacaron para matar, yo tuve mucha suerte, tengo un corte en la cintura, en el ojo, en la espalda, cerca de la columna y otra herida en el cuello”.

José Viana se recupera en el hospital Ramón Madariaga de Posadas de las lesiones de arma blanca que sufrió durante la madrugada del viernes en una fiesta de estudiantes universitarios, la mayoría de la Facultad de Ingeniería de la UNaM en Oberá. El joven de 23 años continúa con riesgo de perder la vista del ojo derecho, que estuvo a milímetros de ser atravesado por una estocada de puñal. “Me di cuenta de que era grave lo que me pasó cuando me toqué la cara y tenía un agujero a la altura del ojo. Me estaba desangrando”, contó ayer en exclusiva a PRIMERA EDICIÓN.

“Era una fiesta universitaria, nunca imaginé que algo así podía ocurrir. Siento mucha impotencia y bronca, puedo perder la vista de un lado por culpa de no sé quién o quiénes, que entraron a molestar, a lastimar, a buscar pleito”.

Viana relató que “los incidentes comenzaron de repente, pasadas las 4. Sólo recuerdo a un pibe con buzo rojo y capucha entre los agresores, pero nadie los conocía y hasta ahora nadie los reconoció tampoco. Eran como ocho o diez, fueron para matar, porque entraron, insultaron y golpearon a chicas, provocaron hasta que generaron peleas, desataron una locura. A un compañero le partieron una botella de hielo en el pecho”.

“Cuando los organizadores los estaban llevando hacia afuera, se desató lo peor. Yo fui detrás de uno de mis compañero para que no lo lastimaran, porque estaba solo y lo iban a matar. Ahí, ya sin tiempo de reaccionar, sentí un golpe desde atrás en la cabeza, caí al piso y siguieron con los cuchillazos. Cuando pude ponerme de pie, sentí el agujero en el ojo, estaba perdiendo mucha sangre, pero no era yo solo, cuatro compañeros más estaban con puñaladas tirados, por eso nos fuimos rápido al hospital”, relató.
José Viana también recalcó: “No había policías, ni uno. La única seguridad o medida que tomaron para el evento fue que no te dejaban entrar con botellas o vasos de vidrio, pero no revisaban si alguien entraba con cuchillos o armas similares. Los encargados de la fiesta son dos grupos de estudiantes de la Facultad de Ingeniería”.

“Según me contaron, y por lo poco que vi, sólo un policía que era sereno del edificio de la Facultad se acercó al lugar y asistió al otro compañero que estaba grave con heridas en la panza”, deslizó.

Su molestia con la fuerza de seguridad no es poca y remarcó: “Acá, al hospital, todavía no vino nadie de la Policía a verme y preguntarme algo. Tengo mi ropa rota y con sangre desde el viernes y no vinieron a buscarla como evidencia siquiera, mucho menos a tomarme una declaración”.

“Es verdad que los chicos que fueron dados de alta ya hicieron la denuncia en Oberá. Pudieron contar lo que vieron, pero a mi acá no vino nadie, sólo las autoridades de la Facultad -el decano entre ellos- se acercaron a ver cómo estaba y qué necesitaba. Pero de la Justicia o la Policía, nadie”, insistió.

También lamentó que “no hay ningún sospechoso demorado, nadie vio para dónde se fueron los agresores, nadie sabe quiénes son. Sólo se estima que no son de la facultad ni estudiantes de otra carrera”.

SANGRE Y AGUJEROS. La campera del estudiante muestra como evidencia el nivel de violencia del que fue víctima el viernes en Oberá.
José resumió a este Diario la sorpresa y la ironía de lo que le sucedió:“Siento que me salvé de milagro, que me haya entrado el cuchillo por la sien y no me haya arrancado el ojo es milagroso. Tal vez no vuelva a ver al ciento por ciento, pero me dijeron que hay que esperar la evolución. Ayer comencé a abrirlo recién y no veo casi nada”.

“Me atacaron por detrás, no tuve tiempo de ver el cuchillo. Fui a enfrentarlos porque iban a matar a mi compañero y ya habían lastimado a una de las amigas. No tuve tiempo de reaccionar, fueron golpes y puntazos por la espalda. Gracias a Dios, todos estamos fuera de peligro, no murió nadie de milagro”.

La fiesta universitaria denominada “Fin de Cursada” se desarrollaba en el playón polideportivo de la Facultad de Ingeniería de Oberá cuando se desató la violencia. Testigos afirmaron que se produjo una discusión, forcejeos y luego se desató una pelea campal. Hubo cinco heridos, pero la peor parte se la llevaron dos posadeños que estudian Ingeniería Electromecánica, uno de ellos José Viana. Hasta este domingo no había ningún detenido por orden de la jueza de Instrucción de turno, Alba Kunzmann de Gauchat.

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Categorías: Noticias Policiales
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