En diciembre desde el Incucai comunicaron la buena nueva al donante. “Me invadió algo inexplicable. Colgué el teléfono, le conté a Nidia y nos largamos a llorar. Dar vida, no puedo explicar lo que siento” expresó Eduardo.
Para la pareja, referentes de la Asociación Buena Sangre de Oberá, conformado luego de la gran movilización que mantuvieron por su sobrino, Facundo Kurtz, quien fuera trasplantado por el mismo cuadro en el 2014, se trata de la “oportunidad de devolver algo de lo que recibieron”.
Por otro lado, insisten en la necesidad de hacer conocer que la donación es algo simple, no modifica nada en el donante y no es doloroso. “Es como una transfusión. Ya me hicieron todos los estudios a principio de año y resultó estar todo bien. El 7 de febrero debía estar en el Hospital Alemán, (lugar donde se realiza la donación), pero el receptor tuvo una complicación en su salud. Me sentí muy mal, sabíamos por lo que estaría pasando la familia, por suerte me avisaron después que el 20 (febrero) es la nueva fecha” comentó Eduardo.
“Tenemos que concientizar sobre la importancia de estar en el Registro Nacional de Donantes. Uno cada 45 mil puede ser compatible, cuánto mayor cantidad de inscriptos haya, mayores posibilidades de que se salven vidas habrá” enfatizaron.