A partir del 30 de octubre de 1983 se inicia una nueva etapa en la vida política argentina, con el regreso a la democracia tras un largo y oscuro período que se extendió por casi ocho años de dictadura militar, dictadura sin precedentes que se iniciara el 24 de marzo de 1976, y que dejara una secuela impresionante de muertos y desaparecidos, produciéndose el resquebrajamiento de la raigambre social argentina y marcando a fuego a la sociedad toda.
Fue el 30 de octubre de 1983 cuando los argentinos volvieron a las urnas en una elección democrática y abierta en la que la fórmula radical triunfa llevando a Raúl Ricardo Alfonsín como presidente y a Víctor Martínez como vicepresidente; también el radicalismo triunfa en la provincia de Misiones, imponiéndose la formula Ricardo Barrios Arrechea- Luis María Cassoni para la gobernación y vice gobernación respectivamente y el candidato radical, Mario Luciano Bárbaro, es electo intendente de Oberá.
Leyendo los párrafos precedentes pareciera que ese paso de la dictadura a la democracia fue consensuado o planificado, sin embargo nos parece necesario, teniendo en cuenta el tiempo transcurrido, que la gente más joven y quienes lo hayan olvidado, sepan que hasta que se produjo la elección nacional del 83 y aún después de ella, el pueblo vivió la zozobra política de una incertidumbre mayor en un clima viciado de derrota tras la guerra de Malvinas.
Con ese fin reproduciremos trozos de la situación socio-política argentina de entonces utilizando para ello dos fuentes: las páginas editoriales de Pregón Misionero y el libro de nuestra autoría “Sálvese quien pueda” “1981-82-83- Estos afiebrados años” editado en 1983.
De “Horas Amargas” (1 de mayo de 1982) “Ese rojo vivo que anunciamos como consecuencia de la represión a la manifestación obrera del 30 de marzo, sufrió un vuelco espectacular. Fue el 2 de abril de este año, que por ello pasará a la historia, cuando el país todo vibró emocionado y tocado en su fibra más íntima. La legendaria usurpación de las islas Malvinas había llegado a su final. Las Islas Malvinas habían sido recuperadas por nuestras Fuerzas Armadas.
Esa incursión militar tuvo por lógica respuesta poner a los argentinos de un solo lado. Desplazar todos aquellos asuntos que polarizaron el año anterior y volcar una necesaria euforia en un pueblo que la estaba necesitando. Sin embargo a poco de correr los días aquella euforia, aquella alegría que nos producía la recuperación de nuestro territorio argentino, se vio empañada ante la decisión inglesa de castigar duramente a nuestro país empleando toda su fuerza militar, toda su presión económica contra la Argentina y colocar de su lado a Estados Unidos, la superpotencia mundial, como si aquellas islas no hubiesen sido tomadas por los ingleses por la fuerza hace ciento cincuenta años.
Decíamos: “El país vive horas amargas, tal vez las más amargas de su historia al tener que romper su vocación pacifista y proclive al dialogo (nos referíamos al viejo e inútil diálogo sostenido con Inglaterra por las islas, por haber tenido la osadía de tomar lo suyo)… y enfrentar cada día más las posibilidades de una guerra en la cual deberá luchar con una de las potencias mundiales que para mayor abundamiento, contara con el apoyo de la otra superpotencia a pesar de vivir en suelo americano….”
Tras la derrota de Malvinas (19 de junio de 1982) “Se ha rendido Puerto Argentino, la guerra del Atlántico Sur llega a su fin. Nuestras Fuerzas Armadas fueron derrotadas, el archipiélago malvinense vuelve al dominio británico… Se produce el pase a retiro del general Galtieri y su alejamiento de la presidencia. Su designación que preveía un mandato hasta marzo de 1984 se ha transformado así en una breve permanencia al frente del Poder Ejecutivo y el Proceso vuelve a enfrentar otro relevo… “Hay que tener la firme determinación de que no es posible retornar al estado de cosas imperante hasta el 2 de abril… si el pueblo y sus dirigentes fueron participes codo a codo de la gesta malvinense… ahora debe seguir siendo no solamente participes sino actores en esta etapa…”
De “Política ¡Qué palabra! (14 de agosto de 1982) “…Ahora el presidente Bignone tiene el compromiso ineludible de entregar el gobierno a civiles en el primer trimestre de 1984. Aun cuando la incredulidad es mucha y por cierto justificada, razonablemente se considera que estos plazos serán cumplidos por el sencillo motivo que no hay otra salida viable. Nos corresponde en nuestra función periodística volver a la carga en este agosto de 1982 para que nada ni nadie pretenda impedir la concreción de la promesa realizada. Pero por sobre todo nos alarma una apatía generalizada que se advierte en vastos sectores nacionales. A ciencia cierta esa apatía puede ser provocada o no, pero sea como fuere, hay que desterrarla. Hay que reivindicar la política, hay que reivindicar a los políticos, hay que trabajar con fuerza sobre estos postulados para destruir la imagen distorsionada creada al respecto por el “Proceso”. Y agregábamos: “…se habla de política y politiquería, se dicen ex abruptos referidos a los políticos, se los denuesta y se los ridiculiza inclusive… bueno resultaría que en todos los ámbitos del país comencemos a reivindicar la palabra política para que de este modo el hombre joven, aquel que vivió en la veda, advierta que su comportamiento social está relacionado con su aptitud política…” De todos modos hay algo que consideramos fundamental, un país que, con el acondicionamiento lógico producto de tantas frustraciones, ahora espera la salida democrática y el final de una oscura noche nacional… Sin democracia no hay país.
De “Equilibrio” (9 de septiembre de 1982) “Nadie podía imaginar lo que nos depararía 1982… Llegó Malvinas y la guerra, se produjo la derrota de Puerto Argentino. Apareció la pregunta de que si todo sería igual a antes del 2 de abril. Fue surgiendo la política como único canal viable para abrir el pesado camino nacional… Ahora es el mes de septiembre y advertimos que, contra todo vaticinio, 1982 habrá de ser el año político de antesala de la institucionalización. El camino hacia ella se abre día a día y la batalla por la democratización parece estar ganada y agregábamos: “Este proceso de democratización, con su consiguiente acto eleccionario, hay que defenderlo a capa y espada, solo así intentaremos superar este momento difícil que atraviesa el país… Es necesario hacer comprender a todos los sectores la importancia del paso que se está viviendo y lograr que se fije el cronograma político que debe finalizar con la convocatoria a elecciones… se abre urgente el camino al comicio.
De “Para pensarlo”( 12 de mayo de 1983) “El cumplimiento cierto de la palabra empeñada por el gobierno (de facto) con relación a la devolución del poder a los civiles, parece transitar por caminos idóneos. Ha comenzado 1983 y ya en los primeros meses se agitan las campañas políticas internas que responden a la organización de los partidos de acuerdo al cronograma electoral que se ha fijado. Un clima de efervescencia cívica basado en la promesa electoral que determina las elecciones para el último trimestre de 1982, permite que azorados argentinos comprueben el interés que, pese a los agoreros pronósticos interesados tiene el pueblo por la política y agregábamos: “…El difícil camino hacia la institucionalización está cobrando cuerpo y en mucho esto se debe a la respuesta masiva de un pueblo que, afiliándose a los partidos políticos, quiere asegurar su futuro democrático. Así como 1982 fue el año político de antesala de la institucionalización, 1983 se nos presenta como el año político de las elecciones generales.
Como se ha leído, luego de tantos años de castración política, tantos años de veda política y electoral, se fue alejando entonces el espíritu democrático en mucha gente. En fin, tantos años de dictadura, tantos años de injurias a la política y por ende a la democracia, hicieron que la vuelta a la normalidad fuera un camino difícil y espinoso.
Vale la pena recordarlo para que al cumplirse los 29 años de aquel retorno democrático, la sepamos apreciar y por sobre todo defender, lo que no es un trabajo difícil, basta solo con apreciar todas las libertades que, con ella, se hace posible para que tomemos conciencia de ello. (Editorial publicada en Pregón Misionero el 26/10/2012).
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