Apenas dos semanas antes, durante el primer frustrado juicio por la masacre de Panambí, el oficial de Policía Enrique Oscar Arenhardt (35) aseguró que Cristian Knack (25) declaró que los delincuentes que irrumpieron en su casa escaparon en “un vehículo oscuro. No dijo la marca ni especificó el color”.
Pero ayer, en la segunda jornada del segundo debate oral y público, el mismo testigo cambió su primera declaración y afirmó que la víctima mencionó que los autores del hecho se movilizaban en “un Bora color oscuro”.
Ante la réplica de la defensa de los imputados, que hizo notar el sugestivo cambio de declaración, Arenhardt simplemente agregó que “hablando del caso acá se me refrescó la memoria, porque pasó mucho tiempo”.
Precisamente, la marca, el modelo y el color del automóvil con el cual se movilizaban los asesinos es uno de los sustentos de la acusación sobre el ex prefecturiano Pablo Julio Paz (54), Marcial Benicio Alegre (54) y Juan Ramón Godoy (47), puesto que al momento del hecho el último de los citados poseía un Volkswagen Bora gris oscuro.
En tanto, a su turno Néstor Knack (59), familiar de las víctimas, aportó un dato que no había mencionado en el primer juicio, ya que señaló que su sobrino Cristian le contó que después de escapar de su casa en llamas, “pudo caminar hasta el asfalto y vio el Bora gris con los delincuentes adentro”.
En consecuencia, si bien los relatos del policía y del familiar refuerzan la hipótesis de la responsabilidad de la denominada banda de San Javier, también despiertan suspicacias las variantes en sus dichos.
Ayer prestaron declaración diez testigos, nueve los cuales son familiares o vecinos de las víctimas que en la tarde noche del 25 de mayo del 2014 fueron torturadas y quemadas vivas por cinco sujetos que irrumpieron en su casa del kilómetro 7 de la ruta provincial 5.
“Hay mucha envidia”
La masacre de Panambí costó las vidas del empresario maderero Oscar Knack (43), su esposa Graciela Mabel Mojsiuk (42) y sus hijos Bianca (12) y Cristian, quien agonizó por 36 días y antes de morir y aportó datos del hecho, según consta en el expediente.
El único sobreviviente de la familia fue Carlos “Nano” Knack (27), quien vivía en la casa paterna pero al momento del hecho se hallaba en la chacra de los padres de su novia.
“No quiero remover más, decir que mi familia era gente humilde. El concepto de ellos ya tienen. Así como los detenidos tienen su concepto en San Javier, así mi familia tiene el concepto en Panambí. Está bien que hay mucha envidia, mucho celo; eso siempre hay cuando la gente progresa. Lo único que yo pido es justicia y que se hagan las cosas bien. Del lado de mi familia no hay nada tapado”, declaró Nano en la víspera.
Al igual que sus familiares, el joven ya había declarado en el primer juicio y ayer tuvo que revivir el dolor de perder a sus padres y hermanos.
Dijo que el 25 de mayo a media tarde fue a la casa de su novia para darles de comer a los terneros. A eso de las 18 se bañó y tomó un par de mates, cuando recibió un llamado de su vecina Gisela Schwartz que le avisó que asaltaron a su familia.
Aseguró que su hermano le dijo que reconoció “a uno que venía con un camión a comprar machimbre. Él decía que reconoció a un ex prefecturiano, que yo busque el nombre en los cuadernos donde mami anotaba las cosas del aserradero”.
Al respecto, la fiscal Miriam Silke repreguntó sobre el contenido de los cuadernos secuestrados en la escena del crimen, a lo cual el muchacho afirmó: “Busqué en varios cuadernos y no encontré los nombres” de los acusados. Comentó que había “como 20 o 30 cuadernos”.
Indicó que los delincuentes irrumpieron por una puerta de aluminio que “tenía una maña para abrir y casi nunca ocupábamos”, lo que podría ser indicio de que alguno conoció previamente el lugar.
Recordó que de la escena del crimen desaparecieron dos celulares de las víctimas y luego determinaron que con los mismos aparatos se hacían llamadas a Buenos Aires, pero no recordaba a qué números.
Variantes
Arenhardt explicó que al momento del hecho integraba la Brigada de Investigaciones de la Unidad Regional II. Primero actuó como investigador y luego integró la comisión policial que tomó la denuncia de Cristian en el hospital Madariaga de Posadas, días antes de morir.
En ese sentido, explicó que su investigación se enfocó en los dichos del muchacho respecto de la persona que reconoció en el lugar del hecho.
“Cristian manifestó que era prefecturiano o ex prefecturiano. Además dijo que les compraba madera y que su nombre tendría que estar en los cuadernos de la empresa”, señaló el policía.
También se refirió a otras hipótesis que no prosperaron, incluidas las sospechas hacia un ex policía que residía en San Javier.
Por su parte, desde la defensa le preguntaron por qué no se hizo un registro audiovisual de una declaración tan importante para el expediente como fue la de Cristian Knack. “La jueza sólo ordenó que vayamos”, argumentó.
Luego fue el turno de Néstor Knack, tío de Cristian, quien recordó: “Cristian contó que ese día volvió de Cuatro Bocas, le dio la plata a la mamá y ella contó. Se puso a charlar con el papá y la mamá le sirvió un pedazo de torta, cuando de repente ingresaron los delincuentes. Los golpearon mucho, los separaron de piezas y los ataron. Después los pusieron todos juntos, les tiraron el colchón, repasadores, una gaveta y prendieron fuego”.
Y añadió: “Él no se acordaba si se desató o el fuego quemó las ataduras, pero pudo salir por la ventana, porque dijo que uno de los asesinos sujetó la puerta del lado de afuera mientras que ellos se quemaban vivos. Cayó afuera y ahí apareció uno con un cuchillo, al que le reconoció, que era un ex prefecturiano que se fresqueaba con su mamá y el papá celó. Era uno que le compraba madera”.
Por su parte, Rubén Aníbal Lagos (46), Antonio “Tony” Mojsiuk (42) y Germán Alexander Mojsiuk (19) desestimaron varios aspectos de sus declaraciones en sede policial.
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