El inicio del segundo juicio por la masacre de Panambí fue un calvario para los familiares y allegados que asistieron a la primera audiencia, instancia que revivió terribles detalles del cuádruple homicidio del empresario maderero Oscar Knack (43), su esposa Graciela Mabel Mojsiuk (42) y sus hijos Cristian (25) y Bianca (12).
El accidente doméstico que padeció José Pablo Rivero, integrante original del Tribunal Penal Uno, obligó a anular las cuatro jornadas realizadas del primer debate oral y fue necesario convocar a otro magistrado para conformar el nuevo cuerpo.
En consecuencia, Jorge Erasmo Villalba se incorporó al Tribunal conformado por Francisco Aguirre y Lilia Avendaño, encargados de juzgar a los tres imputados: el ex prefecturiano Pablo Julio Paz (54), Juan Ramón Godoy (47) y Marcial Benicio Alegre (54).
Tal lo previsto, en la víspera se concretó la lectura del extenso requerimiento fiscal de elevación a juicio, lo que demandó cinco horas y graficó el suplicio que padecieron las víctimas.
Está probado que el 25 de mayo del 2014, alrededor de las 19, cinco encapuchados irrumpieron en la vivienda de los Knack, ubicada en el kilómetro 7 de la ruta provincial 5, en Panambí.
Los asesinos ingresaron por la parte trasera de la propiedad, tras lo cual golpearon, amarraron y torturaron sin piedad a los cuatro integrantes de la familia. Les pedían plata, hasta que dieron con el botín de 360.000 pesos en efectivo que estaba en una caja de zapatos oculta en el ropero de la habitación de sus padres; luego los encerraron en una habitación, los rociaron con algún combustible e incendiaron el lugar.
“Es volver a escuchar los horrores que padecieron nuestros familiares. Es muy doloroso revivir una y otra vez lo mismo, pero creemos que hay un Dios presente que va a hacer Justicia. Es demasiado el daño que hicieron estos asesinos, tienen que pagar”, expresó Néstor Knack, hermano del empresario.
Minutos antes del inicio de la primera audiencia, los familiares presentes se congregaron en un costado del patio del SUM de la Unidad Regional II de Policía, sede del juicio, para elevar una plegaria por justicia.
Bajaron testigos
Para cumplir con el calendario previsto para el primer juicio, desde hoy las audiencias contarán con un promedio de doce testigos por jornada, lo que el 23 de noviembre posibilitaría concluir con la ronda indagatorias.
Para hoy están citados familiares y vecinos que en primera instancia asistieron a las víctimas, como también uno de los policías que le tomó declaración a Cristian antes de morir y Carlos “Nano” Knack (27), el único sobreviviente de la tragedia.
Se trata de Germán Mojsiuk, Antonio Mojsiuk, Norma Drachemberg, José Serfas, Gisela Schwartz, Nano Knack, Miriam Raquel Richter, Rodolfo Richter, Enrique Arenhardt, Néstor Knack, Perla Gadea, Natalí Schudiken, Ezequiel Knack, Rubén Lagos y Jorge Knack.
De todas formas, a pedido de la fiscalía, en la víspera se resolvió que los testimonios de Gadea, Schudiken y Ezequiel Knack sean incorporados por lectura.
Asimismo, decidieron descartar las declaraciones de Serfas, Richter y Lagos. Por su parte, la defensa de Godoy se opuso a la desestimación de Lagos, por lo que deberá comparecer, no así los otros dos.
La fiscalía también solicitó incorporar por lectura la declaración de Claudia Bourcheid y desecharon a los testigos Norma Eichelt y Miguel Ángel Andrade, todos citados para el jueves.
En consecuencia, para las primeras dos jornadas la lista de testigos ya se redujo en ocho nombres. Por otra parte, luego de la lectura del requerimiento de elevación a juicio, los tres imputados fueron notificados de la acusación y los cargos, tras lo cual anticiparon que declararán cuando lo consideren oportuno.
Al tratarse de un trámite meramente formal, ayer sólo estuvo presente la defensora de Godoy, María Cristina Salguero, mientras que los defensores Eduardo Paredes y Ramón Grinhauz no asistieron a la audiencia.
Primera persona
Según el expediente, Cristian Knack relató que la mañana del 25 de mayo del 2014 viajó con su novia a Cuatro Bocas, Corrientes, para cobrar un lote de madera que le vendieron a un empresario de Buenos Aires.
Cumplido el trámite, alrededor de las 19 llegó a su casa. Dijo que sus padres contaron la plata mientras que él comió una porción de torta del cumpleaños de su hermano Carlos.
De repente ingresaron cinco encapuchados con cuchillo, revolver y una barra de hierro. Los malvivientes los redujeron y amarraron, los golpearon y exigieron dinero.
Según la propia víctima, su papá dijo que no había plata en la casa, que era fin de semana y que habían pagado a su personal, lo que enfureció más a los delincuentes, que amarraron a su hermanita.
Tras varios minutos de revolver la casa, encontraron la plata en un ropero, pero querían más y ya no había. En ese punto, Cristian mencionó que los encerraron a todos en la misma habitación, los rociaron con combustible y prendieron fueron. No conformes, cerraron la puerta desde afuera para que no se escapen. Las llamas hicieron estragos rápidamente, en medio de la desesperación y los gritos de socorro.
El joven logró zafarse de sus ataduras y saltó por la ventana para ir por ayuda, pero una vez afuera aseguró que se topó con el “prefecturiano o ex prefecturiano” que varias veces le compró madera, hasta que su papá comenzó a celar de su esposa y no hizo más negocios con él, precisó.
Dijo que tenía un cuchillo y le dijo que se quede acostado, que no le mire. Lo describió como alto, flaco y de tez trigueña, al tiempo que especuló que era quien lideraba la banda.
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