La inauguración de la Biblioteca Popular que lleva el nombre de “Teresa Morchio de Passalacqua”, iniciativa que responde a una conjunción de voluntades y en especial a la comisión vecinal de Barrio Norte, la Peña sanlorencista Rodolfo José “Lobo” Fischer, la Dirección de Cultura Municipal y la Feria Provincial del Libro, nos produjo una muy agradable sensación. No vamos a mencionar aquí la pasión de vida por la cultura de que hacía gala por ser más que conocida en nuestra Oberá, sí, por recordar tantas y tantas reuniones tanto en la Comisión de Cultura, como en la Junta de Estudios Históricos que compartimos a lo largo de algunas décadas y que, con esta recordación demuestra que esta ciudad supo reconocer los valores intelectuales y personales que en el caso de Teresa estuvieron siempre presentes. Por otra parte la biblioteca en un barrio significa llevar hasta allí más y más cultura.
¡Enhorabuena!
“Cada comarca en la Tierra tiene un rasgo prominente…”, así comenzaba su trabajo el poeta, llamando comarca a cada uno de nuestros países latinoamericanos. Cierto que eran otros tiempos, tiempos en los que lo telúrico se desparramaban en amplitud, como consecuencia de carencia poblacional.
Nosotros en tiempos del celular como el que vivimos no es razonable que corramos a buscar el diccionario para corroborar si el poeta utilizó en la frase alguna licencia poética para construir versos más sabrosos por razones tales que hacen que hasta nuestros nietos (ah! Google) puedan preguntarnos ¿diccionario, qué es eso?
Por ello no tenemos empacho (y sí hasta necesidad) de limitar el término y utilizar “comarca” no solamente como lo viviente en toda la geografía país, que sería lo establecido sino como una acepción que delimita un conjunto de actitudes y aptitudes de la gente que habita una provincia, una localidad y hasta nos animamos a decir un pueblo o ciudad de esa nuestra poblada (¿pobladísima?) geografía territorial siglo XXI
Creímos que queda delimitado (al menos para nosotros) el término “comarca”
Sin embargo, y como bien lo sabía el gaucho de nuestras pampas “nunca falta el buey corneta” el que, a esta altura de nuestra exposición nos sopló (como lo suele hacer ese geniecillo travieso que todos llevamos adentro y pocos le prestamos atención) “contá la anécdota”.
¡Caramba! ¿y lo académico-político-social para cuándo?
“Sucedió hace años en una clase en el Colegio Nacional de nuestra ciudad, en que un alumno/a agregó a la nómina indígena que poblara nuestro territorio argentino “indios comarcanos”. Saltó nuestra sapiencia profesoral ante tamaña incongruencia. ¿De dónde lo sacó? preguntamos y nos mostró el libro donde decía: “…los indios comarcanos…” refiriéndose el autor a aquellos que habitaban la comarca (su hábitat)
Que esto de comarca mucho nos recuerda aquella definición empírica, producto de la necesidad de hacernos entender para que el saber “entre” mejor cuando explicábamos la noción: Pueblo- Nación- Estado. Pueblo: poníamos el ejemplo de un avión que lanza a tierra paracaidistas, estos ante el lugar desértico-inhóspito deben hacerlo todo para supervivir, conformando un pueblo. Nación: cuando la gente del pueblo advierte que habla el mismo idioma, que tiene creencias similares y que en forma cooperativa puede enfrentar sus avatares, crea su bandera como símbolo de unidad dentro de las fronteras que ha establecido y cuando todo eso se va viendo complicado en lo que hace a la convivencia y por el avance del progreso, decide dictarse las leyes y transformarse en Estado.
Dando vuelta las vueltas que le hemos hecho a la página, es tiempo de que expresemos que lo de “cada comarca en la Tierra… al igual que lo de pueblo, nación, estado ya que todo ello tiene su asiento en la idea sobre la que hemos estado trabajando y que tiene que ver con ese sentimiento de globalización (en su vertiente de imitar por lo menor, lo mayor) que pareciera encajar cada vez mejor en el firmamento mundial, sin embargo, y cuando más pretende adentrarse en algunos pueblos produce escisiones y respuestas que invaden con presura el orden internacional, provocando cataratas de desorden y violencia aquí y allá, afectando a la democracia que, por extendida que sea, sufre las consecuencia de desmedidas imposiciones.
Lo de “cada comarca…” lo utilizamos como un alegato ejemplificado para que cada pueblo pueda autodeterminar su presente y su futuro basándose en la idiosincrasia de su pueblo ocupando esos sus rasgos prominentes” de tal suerte que sus habitantes puedan jactarse de vivir “a su manera” dentro del esquema democrático insustituible hasta el momento y que, además, no se jacte de liderazgos que a la postre son falibles, ni se adormezca en el abandono de su gente.
Y, por sobre, todo que pueda vivir a pleno su fe ciudadana.
Llegado que hemos a este punto de reflexión y no contando con el espacio necesario para desarrollar otros puntos-concepto, solo nos queda reflexionar parodiando al Martín Fierro “Y si hablo de este modo, no es para mal de ninguno, sino para bien de todos”.
Cita Histórica
Hoy: Cornelio Saavedra
Nació en la hacienda o estancia La Fombera, sobre el río Mataca, distante algunas leguas de Potosí, el brigadier general Cornelio Saavedra, primer gobernante de los argentinos ya que fue designado presidente de la Primera Junta de Gobierno creada por voluntad del pueblo el 25 de Mayo de 1810.
Pertenecía a una ilustre familia cuyos orígenes hispanos se remontaban al siglo XV, contándose entre algunos de sus miembros residentes en América el afamado Hernandarias, que fue el primer gobernador criollo del Río de la Plata, en 1591.
Fue considerado siempre como primer ciudadano, netamente argentino, tanto por haber nacido dentro del territorio que después fue el Virreinato del Río de la Plata, al que perteneció la ciudad de Potosí, cuanto por esos antecedentes de familia y por sus eminentes servicios prestados a Buenos Aires.
Llegó a la capital del Virreinato del Río de la Plata cuando contaba ocho años de edad.
Cursó sus estudios en el Colegio de San Carlos en esa ciudad. En 1801 ocupaba un cargo de importancia, alcalde de segundo voto.
La primera invasión de los ingleses lo inclinó a la carrera de las armas, sirviendo con entusiasmo y valor y contándose entre los más esforzados defensores del suelo patrio; Santiago de Liniers, Martín de Álzaga y Juan Martín de Pueyrredón.
El 8 de octubre de 1806 el virrey Rafael de Sobremonte lo nombró comandante de la Legión de Patricios Urbanos de Buenos Aires.
En los memorables sucesos de mayo de 1810, le cupo papel primordial, ya que fue elegido presidente de la Junta Provisional Gubernativa del Río de la Plata. El 20 de agosto de 1811 partió para organizar el ejército del Alto Perú, vencido en Huaqui. Causas políticas que sobrevinieron lo colocaron en un trance difícil. Fue sometido a juicio se lo condenó y desterró por haber participado del movimiento del 5 y 6 de abril de 1811 “sentencia que por pertenecer a venganzas de carácter personal y político, ofrece el aspecto de una iniquidad social”.
Luego se refugió en Chile de donde regresó a territorio argentino después del desastre de Rancagua. Sin embargo, se le hizo justicia, el Director Supremo del Estado, general Juan Martín de Pueyrredón, con fecha 24 de octubre de 1818, le expendió los despachos de brigadier general.
Falleció repentinamente en Buenos Aires el 29 de marzo de 1829.