El área de Psiquiatría del Hospital Samic fue inaugurado hace 30 años y desde entonces funciona en lo que fue la casa del administrador de la institución. El espacio físico consta de dos habitaciones, una para hombres y otra para mujeres, cada una de las cuales dispone de cuatro camas. De todas formas, a pesar de que la capacidad del lugar permite alojar a ocho pacientes, el general suelen albergar hasta una veintena.
Si bien, el servicio fue concebido para la atención de pacientes en crisis, la gran mayoría de los alojados son enfermos crónicos con varios años de residencia en el lugar.
En este contexto de imprevisión, la única terapia que reciben se reduce a la medicación o a contener la violencia mediante el arcaico método de atar al paciente. Muchos son derivados al Samic por causas judiciales.
Es común ver a los internos deambulando por los pasillos del hospital en busca de alguna moneda que les permita comprar un poco de yerba o un atado de cigarrillos.
La contención es mínima y depende del trabajo de los pocos enfermeros y médicos que se desempeñan en el sector, quienes ni siquiera disponen de un sanitario exclusivo para hacer sus necesidades.
Como también son los responsables exclusivos de que los pacientes cuentan con un lugar mínimamente digno para comer, ya que ante la falta de espacio almuerzan y cenan en el corredor del edificio.
“Acá los enfermos están hacinados y eso es un problema”, subrayó un profesional que pidió tener su nombre en reserva.
Por ello, remarcó la necesidad de mejorar la infraestructura y los recursos humanos. “No puede ser que de noche haya un solo enfermero de guardia, es un problema teniendo en cuenta la patología de los internos”, reclamó.
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