Doña Otalia “Lita” Rodríguez festejó sus 108 años con familiares y amigos que la acompañaron en su vivienda de Villa Stemberg, donde no hay lujos ni comodidades, pero sobra afecto y se comparte todo sin mezquindades.
En los últimos meses, la centenaria abuela dejó de caminar por problemas asociados a la artrosis que desde hace años le genera dolores.
Doña Lita nació en San José, en un hogar humilde; se casó y a los 22 años se instaló con su esposo en Oberá. Trabajó toda su vida: fue lavandera y planchadora, cosechó yerba y realizó todas las labores de la chacra.
Sus manos arrugadas sintetizan la lucha de una mujer que nunca bajó los brazos. También fue partera de colonia y, con mucho orgullo, cuenta más de 300 alumbramientos exitosos.
“Así que tengo 300 ahijados”, dijo con una gran sonrisa. Tuvo dos hijos biológicos y también crió otros tres como propios, toda una muestra de su vocación maternal.
Hace tres años, El Territorio publicó su pedido por una vivienda digna, lo que movilizó a particulares, instituciones y al Estado. Los primeros en colaborar fueron los integrantes de Cáritas Oberá, quienes le cedieron material para ampliar su precaria vivienda, que hasta entonces era de machimbre, no tenía cielorraso y el piso era de tierra.
Luego el Gobierno provincial tomó la posta y le construyeron una vivienda con las comodidades mínimas que requiere una persona de su edad.
“Por suerte ahora duermo bien y cuando llueve no me tengo que tapar por las goteras”, comentó agradecida.
El domingo pasado, mientras preparaban el asado, doña Lita contó que los dolores le impiden caminar, “pero cuando uno llega a esta edad no puede pedir mucho más. Por suerte escucho y veo bien”, remarcó con el espíritu positivo que la caracteriza.
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