Nuestra pasión por las letras no impide que cuando estamos escribiendo, tal vez de reojo, tal vez por intuición, cometamos la infidelidad de espiar por la ventana este tercer día soleado que se nos aparece como reventando primavera en su estreno celebrando lo cual han reverdecido y se pintaron de colores nuestras plantas y porque no, nuestros rostros que, deseosos de ingresar a la tostadora natural, nos va llevando hacia el verano el que, a fuego lento, y más en estas latitudes, nos pasará del rojo vivo (molesto e irritable) a un marroncito caoba que si algo logrará aparte de su cometido, ese algo será nuestra satisfacción (al mostrarnos ese tostadito parejo). Cierto es que se ha pronosticado a este verano como el más caluroso en los tiempos, será cuestión de tenerlo en cuenta para no emular al chivito a la parrilla.
De todas maneras, sentados a la sombra del quincho, teniendo en frente la vegetación del fondo, observamos la belleza que presentan las hojas de los árboles misioneros, cuando el diligente sol se esfuerza por calentarlas, y ese contacto las va adornando con algo semejante a perlitas doradas que se ubican aquí y allá en los más disímiles tonos de verde.
¡Qué escenario propicio para rumiar (en el buen sentido de la palabra) inspirándonos en el sopor lujurioso de la sabia savia! y así fue que el tema, que, como todos los temas, salió a la superficie aspirado por alguna palabra, por algún concepto vertido inmediatamente antes (“…que podamos estar en un boliche es una forma de contenernos”.”… Los adultos no pueden resolver el tema del alcohol y nos quieren hacer responsables a los jóvenes”… ”Nos formamos como grupo y elaboramos un documento que fue el que presentamos al intendente cuando nos convocó, no podíamos improvisar, teníamos que hacer una propuesta seria, pedir y plantear cosas coherentes, trabajamos en eso todo el fin de semana” … en la reunión nos decían “ustedes tienen espacios” y mencionaron plazas y otros lugares, pero la juventud de hoy necesita otras cosas, sentarnos a tomar un tereré es para un rato, pero después nos vamos porque nos aburrimos, no hablamos de esos espacios, queremos alternativas” Los dichos que reproducimos textualmente del original fueron tomados entre otros de la nota editada por la corresponsalía de Puerto Rico del diario “El Territorio” diario que le dio estado público el miércoles 2, página 8, y que así ha dado voz a los que casi no la tienen, demás está decir que el tema de la juventud viene estando presente desde tiempo en el tiempo cargado de interrogantes, preñado de incertidumbre y acicateado por las prioridades.
Cuántas veces hemos sido abordados: ¿qué opina del rol de los jóvenes en la sociedad? Palabras que suenan como un latiguillo ya que es una pregunta que hemos recibido repetidamente y –bueno es aclararlo- nos viene acicateando con cierta frecuencia. Cuesta salir a la superficie y elaborar un pensamiento que se nos aparece –dado la diversidad de criterios en el tema y, por sobre todo polémico y que por su realidad cantante y sonante – como un monstruo de muchas cabezas, algo así como esa hidra de la mitología que habitaba el lago de Lerma, con siete cabezas que renacían a medida que se cortaban y que fuera muerto por Hércules, que se las cortaba todas de un golpe. Y tras cartón, el recuerdo mitológico y el nombre de Hércules nos llevó sin habérnoslo propuesto antes, a repasar la juventud griega, tratando de prenderse de la revolución intelectual, tiempo en el cual los griegos dejaron de afirmar su superioridad en los combates o en los juegos atléticos y ambicionaron la dirección de los asuntos públicos, es decir, el poder, apareciendo la elocuencia como valor extraordinario al que trataban de aferrarse los jóvenes aristócratas, ansiosos de reconquistar el poder ejercido por sus antepasados, para ello buscaron la enseñanza de los sofistas que eran maestros en el manejo de la palabra.
Estos “hombres sabios” organizaban discusiones públicas. Su éxito se debió en que ofertaban a sus discípulos un secreto que entendían como valioso: el arte de tener siempre razón. No existe la verdad, las opiniones son verdaderas o falsas según el modo de presentarlas. La sabiduría consiste en defender lo útil.
Sócrates, ciudadano ejemplar, en su ambular para reunirse con la gente y obligarla con preguntas apremiantes, enseñaba a liberarse de prejuicios y a conocerse a sí mismos lo que despertó el gusto por la reflexión.
Esta nueva educación, buscaba despertar en los jóvenes mejor dotados, el interés por los estudios de retórica (Arte de dar belleza y eficacia al lenguaje, para persuadir) y filosofía (Reflexión sobre el hombre, la concepción del mundo y la conducta en la vida). El resultado se dio prontamente y así fue como Atenas se transformó en la capital intelectual de la Hélade. Es así como el siglo –V será el siglo de los retóricos, los oradores, los filósofos.
Eran tiempos en que el pueblo gozaba de fiestas (representaciones teatrales). Esquilo, Sófocles, Eurípides componen tragedias admirables, Aristófanes se destaca en la comedia. Con Heródoto y Tucídides nace la Historia y en lo que hace a la filosofía, el camino iniciado por Sócrates es seguido por Platón y Aristóteles.
Solicitando disculpas por la digresión volvemos al tema y nos preguntamos ¿qué les ofrece nuestra sociedad a los jóvenes de hoy? La respuesta a priori de un ayer cercano sería: solamente y nada más que un entorno social en el que el materialismo reinó, reina y quiere seguir reinando. En el cual cada uno de los actores de la farándula social y por ende familiar en muchos, muchísimos casos, vive su personal, donde están primero las gratificaciones personales, los oropeles del “éxito” y los placeres que la espiritualidad de brindarse por los demás y que los contiene “atesorando” su celular y su computadora que han pasado así a ser “su” mundo, un mundo virtual en el que no se siente presionado, un mundo con el que cree sumergirse en la privacidad, muchas veces con el beneplácito familiar que así prescinde de utilizar más tiempo para compartirlo con él?
Sin embargo habría que formular algunos reparos a tan cruda realidad del ayer cercano y el hoy y es que no se puede examinar el problema utilizando la misma vara ya que las respuestas están condicionadas a la evolución regional la que si suma ofrece más posibilidades de creación de fuentes donde brevar actividades juveniles de todo orden que abre el abanico de la creatividad y, como corolario la participación entusiasta de los jóvenes insertados por su propia voluntad en una sociedad que los recibe que los contiene, dejando de ser el fusible de escape de tanta retórica que a través de los tiempos se ha conformado con colocarlos en el sitial de la esperanza del futuro para ponerlos codo a codo con las demás piezas del devenir socio político de su entorno.
¿Culpas? Es evidente que ni unos ni otros son culpables, más bien son el juguete de un sistema que viene descarnándose más y más y que les advierte a los jóvenes –también más y más- la necesidad de llenar espacios con ocios redituables para su inserción social lo que no les resulta fácil ya que la sociedad los habilita para ejercer deberes ciudadanos, para estudiar y hasta para comerciar pero les condiciona horarios, circulación y comportamientos ociosos.
Y en ese mundo material, no puede sorprendernos que los resultados nos muestren fracasos, indecisiones y hasta falta de voluntad para enfrentar el futuro por parte de los jóvenes.
Es que suele suceder que, como pasa en otras circunstancias de la vida diaria, nos montemos al carro del materialismo a ultranza y nos acostumbremos a exigir, más y más, en una competencia sin fin dedicada a la adquisición de bienes y servicios más allá de nuestras posibilidades, lo que trae aparejado, tarde o temprano, el quiebre familiar o, al menos, su deterioro con la consecuencia de que, más aún se ahondarán diferencias y anidarán rencores.
Sin embargo en lugares como los que estamos viviendo se sigue insistiendo en creatividad y posibilidades para el joven, mérito de una sociedad que trata de mantener el entusiasmo, incluyendo a los jóvenes, cierto que todavía la inclusión es una palabra sin correlato cien por ciento más allá del macro centro y que se sigue estando en deuda con los barrios y por lo tanto con la juventud residente en ellos, pero ese es otro tema que abordaremos más adelante.