Pero los inconvenientes que se registran en el antiguo edificio contrastan con las nuevas instalaciones que aún no fueron puestas en funcionamiento, a pesar de que en diciembre pasado se realizó un pomposo acto inaugural.
De todas formas, transcurridos diez meses el nuevo hospital de Oberá sigue cerrado y todos los servicios se prestan en la vieja edificación que presenta un sinnúmero de deficiencias, sobre todo considerando que atiende un promedio de diez mil pacientes por mes.
Se trata del centro de Salud Pública más importante de la zona Centro y sólo en la guardia de emergencias se recepcionan cuatro mil consultas mensuales, según estadísticas oficiales.
Si bien a simple vista el nuevo edificio está en condiciones para abrir sus puertas, el director del Samic, Héctor González, explicó que la puesta en funcionamiento se demora por la falta de un grupo electrógeno de reserva que permita cubrir los requerimientos en caso de emergencias.
“La empresa constructora debía instalar un equipo de emergencias a principios de año, pero no lo consiguió y esto retrasó la mudanza a la edificación nueva. Por eso, por ahora es mejor quedarnos en el edificio viejo porque acá tenemos un equipo electrógeno”, precisó.
Asimismo, comentó que a principios de septiembre el ministro de Salud Pública, Walter Villalba, visitó las instalaciones para ver los avances “porque el gobernador quiere priorizar la obra”.
“En definitiva, la empresa constructora tiene que entregarnos la obra con el equipamiento funcionando; y si bien la estructura está, falta la energía. No podemos cambiarnos sin tener grupo electrógeno”, subrayó González.
Al límite
Ante la creciente demanda, el Samic Oberá trabaja al límite de sus posibilidades y a “cama caliente”, como definió el director para graficar que siempre hay pacientes aguardando su ingreso, sobre todo en áreas como neo, terapia intensiva y obstetricia.
Otra problemática es la escasez de personal, sobre todo considerando que con la puesta en funcionamiento del nuevo edificio se incrementará la posibilidad de atender a más personas.
Según cálculos de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), el hospital tiene un déficit de 100 enfermeros, además de médicos de diversas especialidades.
En ese contexto, recientemente la Iglesia Evangélica Asamblea de Dios hizo entrega de una importante donación de insumos. El monto del aporte rondó los 40 mil pesos en mercadería como leche maternizada, sábanas, frazadas, caloventores y repuestos para equipos para emergencia, entre otros.
“Ante escasez que padece nuestro hospital en varios aspectos, decidimos armar una comisión pro ayuda y pedimos la colaboración de la congregación. Gracias a Dios hubo una respuesta bastante importante y la idea es seguir colaborando”, mencionó el pastor Jorge De Lima.