La Feria Provincial del Libro, el 2 de julio próximo, cumplirá sus 39 años de vida. Y como es digno de recordar, empezó por iniciativa de un grupo de profesores del Instituto Carlos Linneo. Realizó su primera exposición en este Instituto y su invitada especial fue una profesora posadeña, ya famosa por su capacidad docente y por su ansiedad para viajar, que la llevará con el tiempo a conocer casi todo el mundo: mi estimada, Olga Zamboni.
   Su primera relación con la Feria fue la conferencia: «Hurgando en los anaqueles», que abrió las actividades en el salón de actos de la Institución sueca, en julio de 1978. Desde el primer encuentro, Olga, todos los años nos deleitó con «clases» magistrales sobre los temas más variados.
   En esta ocasión quiero rendirle un pequeño homenaje a quien en vida fuera mi compañera de viajes y de aventuras literarias, pues este año ya no podrá estar presente físicamente, no podrá continuar con la asistencia perfecta que la destacaba, pero seguramente Olga estará acompañándonos con su alma desde donde esté y en el  corazón de cada integrante de la Feria.
   Olga era la única escritora misionera miembro de la Academia Argentina de Letras, recibió el premio Arandú consagración en letras en 1997, el Premio Secretaría de Cultura de la Nación a la producción literaria 1982-86 por su libro «Poemas de las Islas y de Tierrafirme» y el «Vencejo de Oro» en Puerto Iguazú en 2012, entre otros muchos galardones. Algunas de sus obras son «Latitudes» (poemas, 1980); «Poemas de las Islas y de Tierrafirme» (1986), «Tintacuentos» (1988), «El Eterno masculino» (poemas, 1993), «Mitominas» (poemas, 2003) y «Variaciones para un verano» (2013), novela con la que ganó el primer premio del certamen literario de la Sadem de ese año.
   Pero realmente: «¿quién fue esta maravillosa persona tan simple y tan famosa?».
   Una hermana suya lo escribió en la contratapa del libro «Memorias Santaneras y otros viajes y encuentros», y realmente me parece que una descripción tan perfecta merece ser compartida con todos los lectores de Pregón:
«Pinta tu aldea y pintarás el mundo»
   Esta expresión viene a cuento para estas «memorias santaneras» de Olga. Santa Ana es la aldea, punto inicial de SU viaje, del que felizmente participamos en mayor o menor medida en sus páginas. Viaje -dije- dentro de lo íntimo, sentido y nostálgico de la familia amada y su lar, pero al mismo tiempo integrado al viaje de la vida y por el mundo. Mundo que aquí es geografía curiosa y diversa, no el turismo casual. Así pasamos de los Saltos del Guayrá al del Ángel o del babel de Las Vegas a la pureza del cielo Katmandú, en una lectura deslumbrante. Pero también es un recorrido casi geográfico por emociones, encuentros y desencuentros: el «mapa interno» -viajera generosa, poeta comprometida y observadora, etc-… y ¡¡¡allí está su poesía!!! y nosotros, para decodificarla.
   Es, en fin, entre lugares, personas y personajes, medio siglo: sus «trabajos y los días». Todo con una gran carga de pasión creadora y agudeza. No es un diario de vida, tampoco una línea del tiempo. El contenido, si bien gira en torno a una biografía, nos remite a experiencias personales. Valores sociales y vitales: reflexiones que son universales y sin «fecha de vencimiento»…
   GRACIAS Olga, por incluirnos en tu periplo y por proyectarnos con amor a la familia y a tu «aldea» -como el arquero su flecha- hacia el destino inconmensurable de los lectores.
   Chela Zamboni de Maffini
   Yo también repito las «gracias» a esta amiga de oro, que nunca falló, que siempre estuvo y siempre estará. La que en mi corazón de mis recuerdos ocupa un lugar especial y  que nos está esperando en algún lugar maravilloso.
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Categorías: Columnas de Opinión

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