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Piden justicia para un joven que fue brutalmente agredido

agredidoHace 18 días, Mariano Schunke (25) caminaba por una calle de San Miguel y fue atacado por una patota que le propinó una terrible paliza que casi le costó la vida, al punto que estuvo en coma y pasó dos semanas en terapia intensiva del Hospital Samic de esta localidad.
Según testigos, fue atacado por cuatro sujetos del mismo barrio que estarían identificados. Al respecto, desde la Unidad Regional II informaron que dos fueron detenidos y los restantes permanecen prófugos. Están acusados de “lesiones graves e intento de homicidio”.
Los médicos que atienden a Schunke opinaron que se salvó de milagro, aunque reconocieron que padecerá secuelas de por vida, ya que sufrió serias lesiones en la cabeza.
El último miércoles fue pasado a sala común, pero hasta el momento no habla ni evidencia signos de entender lo que le dicen.
“Abre los ojos, pero está como perdido. No dice ni una palabra ni entiende lo que se le dice. Para los médicos está vivo de milagro porque le rompieron la cabeza y tuvo hemorragia. Gracias a Dios mucha gente oró por él y sigue vivo. Esto nos cambió la vida para peor”, lamentó Antonia Carballo (55), la madre de la víctima.
En diálogo con El Territorio, contó que el joven tiene familia y su mujer está embarazada de su tercer hijo. Trabaja como ayudante de albañil y tarefero, y reside en San Miguel.
La agresión se registró el 15 de junio por la noche, frente a la Escuela 184, cuando Schunke regresaba a su casa.
Según su madre, el muchacho volvía a pie con unas compras y uno patota lo intimidó para que le entregue las cosas. Ante su negativa, uno de los atacantes le propinó un botellazo en la cabeza.
“Le pegaron con una botella con cerveza, cayó al piso y le empezaron a pegar patadas. Varios vecinos vieron y dicen que los tipos gritaban que lo iban a matar. Hasta ahora hay dos detenidos y los otros están prófugos. Son todos mayores”, aseguró Carballo.
En ese sentido, instó a que los testigos aporten datos para dar con los autores del hecho, ya que muchos tendrían temor a represalias. “Ruego que la gente que vio se acerque a la comisaría a declarar, porque hoy fue mi hijo, pero mañana puede ser cualquiera. En el barrio las patotas hacen lo que quieren. Hay mucha droga, alcohol y nadie controla”, remarcó.

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