Milagros Guadalupe Cabrera tiene 3 años, nació sin piernas y desde entonces sus padres vienen gestionando una vivienda digna que permita mejorar su calidad de vida, tal como recomiendan los médicos que atienden a la pequeña.
Ahora, cansado de trajinar pasillos de organismos públicos y golpear puertas de funcionarios sin obtener respuestas, su papá decidió emprender una caminata hasta la ciudad de Posadas para llamar la atención de la comunidad y las autoridades.
“Hace tres años que mi hija está esperando alguna respuesta por parte de Acción Social o el Iprodha. Ella nació sin piernas y no puede defenderse, pero nos tiene a la madre y a mí y vamos a luchar por lo que se merece. Ella no tiene piernas, pero yo sí, y si tengo que ir caminando hasta Posadas para reclamar, lo voy a hacer con ganas”, aseguró Carlos Cabrera.
En diálogo con El Territorio, comentó que pretende caminar portando una pancarta con el reclamo de asistencia para su pequeña y, si es necesario, realizar un acampe frente a la Casa de Gobierno.
Al respecto, subrayó que “no se trata de un capricho ni que quiero algo de arriba, sino que los mismos médicos opinan que por sus problemas de salud Guadalupe necesita una casa en mejores condiciones, ya que está mucho en el piso y donde vivimos hay mucha tierra”.
Búsqueda infructuosa
Fue así que hace más de dos años comenzaron a tramitar una casa ante el Instituto Provincial de Desarrollo Habitacional (Iprodha), tanto ante la sede local como en Posadas.
“Lo que primero nos pidieron fue el certificado de discapacidad, como si no fuera evidente el problema que tiene. Conseguimos el certificado y presentamos los papeles, pero pasaron los meses, nos tuvieron de acá para allá y hay novedades”, lamentó Cabrera.
El hombre, su mujer y sus tres hijos residen en una precaria vivienda de madera situada en el terreno de la familia materna, en Villa Falk, puesto que tampoco están en condiciones de afrontar el pago de un alquiler.
El papá comentó que trabaja como albañil y gana lo justo y necesario para alimentar a su familia.
“Hablé con el responsable del Iprodha acá en el Oberá y me dijo que no puede hacer nada, pero sé que hay un cupo para personas discapacitadas en todos los barrios y pienso que nuestro reclamo es justo. No estamos pidiendo algo que no necesitamos”, subrayó.
A pesar de la reducción de sus extremidades, la pequeña lleva una vida relativamente normal y sus progenitores comenzaron a indagar sobre las prótesis que necesitaría para caminar, aunque para ello deberán esperar hasta que tenga 5 años.