929Macri pretende achicar la burocracia generada por el kirchnerismo en estos años pero en el camino está provocando una crisis de proporciones.

El kirchnerismo, y en especial Cristina Fernández, crearon un país imaginario durante años, y con el aval de la sociedad argentina se confundió empleo con una burocracia que sólo sirvió para atenuar lo que la productividad de la economía era incapaz de proporcionar, en un modelo que dejó de crear trabajo en el sector privado hace años.

El gobierno de Mauricio Macri dice querer terminar con esa inconsistencia, pero en el camino quedarán decenas de miles de trabajadores que sostenían a sus familias gracias a esta burbuja.

Según el movimiento «Basta de despidos», ya se habrían echado a unas 25 mil personas desde el 10 de diciembre último, y el municipio que más gente cesanteó es La Plata, con 4.500 personas.

En Fabricaciones Militares despidieron a 140 personas mientras que en el Banco Central echaron a otras 50, sólo en los últimos días.

Por otra parte, el Gobierno sostiene que en la mayoría de los Ministerios y organismos públicos los nuevos funcionarios se encontraron con miles de personas cuyas funciones estaban poco claras, contratos precarios, actividades inventadas para justificar empleo y, sobre todo, mucha militancia oculta detrás de una plantilla laboral, los denominados «ñoquis».

También señalan que el kirchnerismo hizo precario el empleo público y en un acto de irresponsabilidad dejó la bomba de tiempo laboral para que le explote a su sucesor.

Cada sector del kirchnerismo que se apropió de una porción del Estado, como el caso del partido Nuevo Encuentro de Martín Sabbatella en el AFSCA, puso a cientos de millitantes a ‘trabajar’ allí. En el caso de Sabbatella se produjo el colmo de descontar de las nóminas salariales un porcentaje para la causa.

Pero ahora el riesgo es que el macrismo, que ya decidió políticas de shock para salir del cepo cambiario y terminar con un esquema tarifario absurdo, vaya destruyendo el tejido social y generando una red de resentimiento que el kirchnerismo se ocupó de edificar y ahora pretende hacer explotar.

Los casos de despidos masivos se multiplican en toda la esfera pública, en algunos casos con razón, como la muchachada que brindaba tareas de apoyo al agregado comercial en Italia, el inefable Guillermo Moreno, desde el ‘INDEC’.

Pero en otros se trata de trabajadores que desempeñaban su tarea con dedicación, cumplían su rol con responsabilidad y ahora quedan en la calle.

Es un escenario demasiado incierto: el nuevo gobierno parece haber decidido avanzar pateando puertas y tal vez la Argentina haya quedado en un estado de fragilidad tan grande por el país inventado que dejó Fernández, que no puede resistir tamaña estrategia.

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