El fin de semana se registraron reclamos por el estado de turbiedad del agua potable que reciben habitantes de diferentes barrios a través de la red local.
En Villa Bárbaro, Villa Stemberg y sectores del centro se escucharon quejas por el color oscuro del vital líquido, lo que sembró temor entre los vecinos.
“Es un asco el color del agua y también tiene feo gusto, a mucho cloro. Estuvimos tres días sin agua y cuando volvió estaba sucia. Primero pensamos que era por el tema de las cañerías, que entró polvo, pero después siguió saliendo turbia todo el día”, reclamó un vecino de Villa Stemberg.
En tanto, realizó el reclamo al sector agua potable de la Cooperativa Eléctrica Limitada de Oberá (Celo), desde donde no supieron argumentar el problema que se extendió a otros sectores de la ciudad.
“Yo tengo un bebé de 15 meses y directamente no podemos prepararle una mamadera con agua de la canilla. Ni siquiera podés lavar la ropa porque queda decolorada por tanto cloro que tiene”, manifestó Javier, vecino de Las Lomas.
Ante este panorama, comentó que la mayoría de los vecinos utilizan el agua de red sólo para al aseo personal y de la casa, porque “para tomar y cocinar tenemos que comprar agua envasada”.
También se escucharon reclamos desde barrios que no están conectados a la red de agua potable y dependen de la asistencia del municipio.
Vivir sin agua
“Por mi barrio hace dos semanas no pasa el camión del agua. Parece mentira, pero es real y lamentable”, señaló Marisa Dos Santos, vecina del Kilómetro 11.
Asimismo, recordó que a mediados de año los vecinos firmaron un convenio con la Celo para la ampliación de la red, proyecto que sigue en espera.
“Somos más de 50 familias rehenes del agua, porque dependemos de que la Municipalidad nos traiga. Para colmo, estamos a metros del Acuífero Guaraní, vivimos sobre agua y no tenemos. No me quiero imaginar lo que será el verano”, subrayó.
La semana pasada, el nuevo intendente Carlos Fernández reconoció que recibieron un parque vial muy deteriorado, que incluye dos camiones cisterna de los años 70 que están parados por fallas mecánicas, lo que retrasa el reparto de agua a los barrios.
También en San Miguel hay problemas, aunque disponen de tres pozos perforados que son administrados por el presidente de la comisión vecinal.
“Nos largan el agua un rato a la mañana y después de noche, pero no da abasto para todas las familias”, se quejó Norma Da Rosa.
Además, cuestionó al presidente de la comisión vecinal, Darcí Peretti, porque “se esconde y no nos da respuestas”.
Consultado al respecto, Peretti explicó que, debido a la alta demanda, los pozos funcionan con horario restringido. “Son perforaciones comunitarias y no se paga el consumo, por eso muchos no dan importancia y derrochan. Aparte la Municipalidad también trae con el aguatero”, argumentó.