La obra solidaria de la docente Mirta Abreu se afianzó a partir del dolor que le produjo el fallecimiento de su hermana Mercedes, circunstancia que ofició de motor para la creación del Hogar Mercedita. Luego nacieron la Escuela 927 y otros emprendimientos que fueron surgiendo a partir de la necesidad de las comunidades de Villa Stemberg y San Miguel.
“El hogar surgió en homenaje a mi hermana Mercedes, que falleció de cáncer y en sus últimos días nos pidió que hiciéramos algo para la gente más humilde que tanto había colaborado con ella cuando hicimos una campaña para solventar gastos por su enfermedad”, recordó emocionada.
Mirta Abreu es directora de la Escuela 927 de Villa Stemberg, inaugurada a mediados del 2011 para contener a los alumnos que asistían al aula satélite de la Escuela 237, que a su vez funcionaba en su propia casa y sede del Hogar Mercedita.
El aula satélite contenía a casi un centenar de chicos en situación de riesgo, de entre 4 y 15 años, alternativa que permitió reinsertar al sistema educativo formal a muchos niños que no estaban escolarizados. El crecimiento de la matrícula hizo necesario la creación de la 927.
En tanto, el trabajo social del Hogar Mercedita trascendió las fronteras de la provincia y su fundadora entabló contacto con el entonces arzobispo Jorge Bergoglio, hoy el papa Francisco.
Al recordar ese momento, relata: “Participé de un encuentro donde estuvo el Papa cuando era arzobispo de Buenos Aires, y es un hombre muy amable”.
“Desde el año 2008 el arzobispado es nuestro padrino y colabora. Nos mandaron dos computadoras, latas de sopa y cajas navideñas”, comentó Abreu sin ocultar su orgullo.
Además, lleva adelante emprendimientos surgidos de la necesidad, como la fabricación de pilotos con sachets descartables, iniciativa que permite conjugar el reciclado con la realidad de la humilde comunidad de la Escuela 927.
“Un día de lluvia me quedé mirando a los chicos que se iban caminando bajo el agua y pensé qué puedo hacer para que no se mojen ni se enfermen. Así nació este proyecto, de la necesidad”, reconoció.
Hoy, la fábrica El Sachecito hizo posible que 150 alumnos de la institución cuenten con sus pilotos para los días de lluvia y su fundadora sueña con impulsar la idea a otras entidades del medio.
Por otra parte, lleva adelante una campaña denominada “Moneda cero. Conciencia cien por ciento”. El proyecto se implementa mediante afiches, la difusión de un spot publicitario en medios locales y presencia con cartelería en los semáforos del centro, donde se congregan los menores que piden monedas.
“Si le das una moneda a un chico, le das una razón más para seguir en la calle”, reflexionó la docente.
Más allá de su vocación y conocida obra solidaria, la iniciativa de Abreu está avalada por su historia personal más íntima, ya que años atrás rescató y adoptó a un chico que estaba en situación de calle.
“Walter tenía cuatro años cuando lo conocí en el semáforo y lo primero que me contó fue que la mamá le pegaba si no llevaba muchas monedas. Sufrió mucho y le quedaron secuelas de esa vida en la calle, pero salió adelante”, comentó.
Territoriodigital