Es el dilema que tiene que resolver el electorado con vistas al balotaje presidencial el próximo domingo 22 de noviembre. A quién le da el poder de administración de la política económica del país. Si las prioridades y políticas económicas y sus reglas quedan en manos y las aplica el Estado, o el mercado de capitales. Se sabe que el Estado debe intentar representar el interés de la mayoría del conjunto social y fija políticas, controles y restricciones, en tanto que el mercado se rige en principio, por la oferta y la demanda, dos fuerzas que interactúan por si solas, sin la intervención y protección del Estado. Este tipo de políticas y de Estado se vivió mucho tiempo en el país con graves consecuencias sociales de las que hoy día se siguen padeciendo sus consecuencias, y también las experiencias mundiales indican que no es la mejor receta o forma de gobierno, porque el mercado administrando el Estado responde a los intereses del capital, que no tiene patria, bandera ni fronteras y antepone los intereses económicos sobre el factor humano y social. Es por ello que se habla generalmente y se lo describe al capitalismo como salvaje y deshumanizado, cuestión también siempre observada y criticada por el Papa Francisco.
Muchas veces es natural, pero incomprensible, que el electorado olvide las experiencias vividas en el pasado reciente y se incline por cuestiones propagandísticas, o por odios propios o impuestos que no permiten discernir entre lo que le puede convenir y entre lo que no le conviene, votando y eligiendo autoridades y modelos de gobierno que en el corto tiempo le terminarán perjudicando.
En muchos casos se observa que se pretende castigar con el voto a quien no es candidato y ya no va a estar más en el manejo del gobierno y del poder, y esto se ha repetido innumerable de veces y abundan los ejemplos.
Uno de ellos ocurrió en el periodo de la presidencia de Carlos Menem, en donde se pretendía cambiar de rumbo y de modelo y la mayoría de los argentinos entendió que el cambio de modelo estaba representado en Fernando De la Rúa y no en Eduardo Duhalde, que representaba al oficialismo en aquel momento, pero con propuestas claras de gobierno. No es necesario describir como terminó el gobierno de la Alianza, que proponía el cambio que en verdad fue una continuidad del modelo que se venía padeciendo y destruyendo la economía y a la clase media en general, y que provocó la reacción de la sociedad en su conjunto que se sentía decepcionada y estafada y salió a las calles a pedir que se vayan todos. Y luego de la renuncia de De la Rúa, en pocos días se dio una sucesión de varios presidentes hasta que finalmente la asamblea legislativa proclama como presidente provisional a Eduardo Duhalde a quien los electores no habían elegido como el hombre del cambio, pero finalmente por la debacle económica y política terminó siéndolo; demostrando de alguna manera que el electorado se había equivocado en su elección.
Es más que claro que Daniel Scioli, quien propone cambios y correcciones al actual modelo, entiende que el Estado debe seguir manejando el poder en la administración de la política y de la economía, manejando políticas de subsidios en materia energética, de transporte y otros sectores sociales.
En tanto que Mauricio Macri representa el cambio de la política económica, apartando y debilitando al Estado para que tome el poder y manejo el mercado de capitales, proponiendo un libre mercado cambiario de importaciones y exportaciones que seguramente tendrán sus consecuencias favorables para un sector social en detrimento de otros. Y en verdad no hay mucho secreto en la cuestión, es una cuestión de visiones de cómo debe funcionar el Estado en función a la intervención y distribución de la renta general, y siempre se le quita una porción de esa renta para dársela a un sector. Y ahora se debe decidir si esa porción de la renta generada se la mantiene en la población o se la deja o devuelve al mercado de capitales.
Cada cual deberá definir sobre dos modelos, cuestión que supera a las personas y candidatos.
Representación electoral o judicial
De los nueve concejales, ocho correspondieron al Frente Renovador y uno al PRO, esto provocó la reacción de los partidos de oposición y más allá de las interpretaciones de los artículos de la Constitución Provincial y las leyes electorales que hablan del tercio de la representación de las minorías, está la discusión, también objetiva y razonable, de los porcentuales y cantidades de representatividad que van en función a la representatividad de los votos obtenidos por cada sector político y candidatos. Que siempre deben ir, y es lógico que así lo sea, en función a los votos obtenidos. En ese sentido, los partidos de oposición han presentado en forma conjunta ante el tribunal electoral los reclamos pertinentes, mientras que desde la observación y análisis políticos algunos sectores entienden que desde los partidos opositores pretenden lograr que desde el poder judicial se le otorgue la representatividad que no pudieron lograr a través de los votos, lo que una cuestión de debate y análisis, no solo político, sino también social.
En definitiva, el intendente electo quedaría con cuatro concejales, es decir que no tendría mayoría propia. Por el sublema que encabezó Daniel Behler le corresponderán dos concejales, uno a Tony Lindström y otro al actual secretario de la CELO Rafael Pereyra Pigerl. En total, ocho concejales que si bien son del mismo lema pertenecen a distintos sublemas y como fue claro y notorio cada uno de ellos representan pensamientos y visiones distintas, de acuerdo a lo que se pudo observar en la campaña.
De esta manera, el próximo Concejo Deliberante estará compuesto por cuatro concejales del oficialismo por Fernández, y cinco concejales de la oposición incluido el concejal electo del PRO. Y esto es lo que surge de la aplicación de la ley de lemas, es discutible, y de hecho el tribunal electoral para el caso de los municipios revisará la distribución de los concejales y se pronunciará en función al planteo realizado por los partidos de oposición.
Por otro lado, en las elecciones de la CELO, se observó una muy baja participación de los socios, restándole una clara representatividad a los integrantes de la oficialista lista blanca. Es evidente que los socios no solamente observaron las ambiciones políticas de muchos integrantes que aprovecharon su inserción en la Cooperativa para luego ser candidatos en diferentes partidos y en diferentes candidaturas, cuando se presentaban y decían no tener ambiciones políticas personales. A esto, sumado que los servicios que prometió la actual gestión siguen igual y en algunos casos empeoraron, con lo que se agrandó la decepción de los socios, como es natural y evidente.