Misiones dejó de ser una provincia de acopio y paso de grandes cargamentos de droga para transformarse en una de las preferidas de las bandas organizadas dedicadas al tráfico de estupefacientes, cuyos líderes, seducidos por los frágiles kilómetros de frontera que le otorgan seguridad e inmediatez en la importación de droga a través del río, como también una alta posibilidad de fuga ante cualquier imprevisto, se instalan y administran desde acá sus acciones delictivas.
No tienen impedimentos económicos para comprar propiedades y voluntades, todas las veces que sea necesario, y desde hace un tiempo a esta parte comenzaron a dividirse en grupos de trabajos independientes, pero con tareas bien específicas, para operar y no ser descubiertos fácilmente por los investigadores.
Esa modalidad, diseñada por la delincuencia organizada que opera con mucha fuerza en suelo misionero, le permite también, en caso de ser detenidos, reponer fácilmente “el eslabón perdido”, y si cae el jefe, puede seguir manejando tranquilamente los hilos de la banda desde la cárcel. Por eso, hasta que el capo recupera la libertad, la organización nunca deja de operar y sigue intacta como desde el principio.
Prueba de que eso funciona es el dato concreto de que el 90 por ciento de los detenidos son pequeños comerciantes de droga o transportistas, custodios en los lugares de acopio o los canoeros que traen marihuana o cocaína de Paraguay, pero pocas veces la Justicia llega a los líderes, o peor aún, rara vez atrapan a los financistas para desarticular completamente estas organizaciones que ganan millones de pesos.
Fachadas en las chacras
De acuerdo a los datos aportados por las fuentes judiciales que fueron consultados por El Territorio, sobre todo en el Norte y Centro de Misiones asientan sus bases este tipo de organizaciones para poder operar con mayor facilidad en el acopio y traslado de la droga. Es más, la escasez de controles en esa amplia franja permite lavar el dinero que se obtiene con mayor facilidad (adquiriendo bienes) sin despertar sospechas por el rápido crecimiento económico.
El entramado es complejo y si bien el flujo de dinero que entra a las arcas de la banda es enorme, millonarios también son los gastos que tienen, ya que las bandas alquilan chacras, establecimientos y últimamente aserraderos, para concretar su actividad ilegal bajo el manto de un negocio supuestamente real, pero la realidad es que operan dos o tres veces y se van a otro sitio del mismo pueblo. No están asentados en un solo lugar, sino que se van moviendo de base constantemente, mutando la modalidad de transporte y corrompiendo actores que asumen responsabilidades especificas y eso, justamente, les da el status de organización bien ensamblada y escurridiza, difícil de detectar.
En ese punto se desprende el hecho de que las nuevas estructuras narco están más organizadas y operan de modo semejante al que lo hace una empresa familiar con un objeto lícito, puesto que involucra a casi todos sus integrantes y cada uno cumple un rol determinado.
Es decir, dividen las grandes cargas de estupefacientes en varias de menor cantidad para facilitar su ocultamiento y sus miembros se reparten las tareas, lo que significa que un grupo compra la droga, otro se encarga de cruzarla a través del río en canoas o como sea, otro lo almacena en galpones, chacras o tinglados alejados de las zonas urbanas y acondiciona los paquetes (cunas o chiqueros, en el caso de las madereras) y otro grupo se encarga de cargarlo al camión, entre madera, mandioca o lo que fuera, y luego la transporta al destino.
Tantos eslabones dificultan las tareas de investigación, pero cuando llegan a ellos los embargos para anular sus movimientos rara vez se ejecutan porque no tienen nada a su nombre, y si son condenados, las multas económicas que le imponen son irrisorias, tanto que son una burla: en el 90 por ciento de los casos, la multa es de 225 pesos.
Rodeados de marihuana, aflora la comercialización de cocaína
Misiones es una de las provincias que más droga recibe desde el vecino Paraguay, tanta que a falta de poco más de un mes para que se termine el año hay una diferencia de tres toneladas para igualar la cantidad incautada por las fuerzas de seguridad durante todo el año pasado, que fue de 52 mil kilos (ver Más de 50 toneladas en 2014).
De esa cantidad, según relevamientos propios en base a los informes oficiales, alrededor de un 70 por ciento fue descubierta en pleno transporte, o sea, en camiones y con custodia de los denominados “punteros”, lo que claramente marca una estructura detrás que, ante el pacto de silencio de los detenidos, cuesta mucho desbaratar.
Lo más preocupante en base a esos datos -según las mismas fuentes- es que se estima que una organización narco bien aceitada llega a mover entre diez y doce toneladas anuales de marihuana hacia los grandes centros de consumo y redistribución (Santa Fe, Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos), lo que se cree que en Misiones actualmente estarían operando por lo menos cinco o seis estructuras narco de envergadura, o sea, con cabecillas y soldados instalados y manejando el negocio desde esta provincia.
Este escenario fue advertido varias veces por los fiscales Federales de Misiones, quienes llegaron con un informe de situación anual hasta la Procuradora General de la Nación, Alejandra Gils Carbó, para alertar sobre el avance del narcotráfico fronteras adentro, catalogando de “alarmante” el tráfico de marihuana, pero también de cocaína, que a lo largo de 2015 está a punto de superar a las estadísticas del año pasado en cuanto al nivel de incautaciones.
En ese documento, la fiscal General ante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Posadas, Vivian Barbosa, aseguró que “se han incrementado de manera alarmante las cantidades de droga secuestrada en procedimientos que logran impedir que sean llevadas a su destino final de consumo” y en ese punto, aclaró que pese al esfuerzo que hacen “la extensión fluvial que nos separa de Brasil y Paraguay deviene en un obstáculo importante en el efectivo control por las fuerzas de seguridad”.
En ese mismo contexto, los representantes misioneros graficaron que de todos los delitos elevados a juicio, son mayoría las causas por tráfico de drogas y más allá de ese detalle advierten que la venta de estupefacientes creció considerablemente también en zonas donde antes no tenía lugar, es decir, pueblos chicos y alejados de las grandes ciudades.
Complicidad preventora
Otro punto preocupante que refieren e indican como un grave problema que crece, es la presunción de participación de integrantes de las fuerzas de seguridad en actividades de narcotráfico, ya sea con participación activa o liberando zonas a tal función, lo que permite a los narcotraficantes operar con mayor facilidad. En esa línea, el titular de la Fiscalía Federal de Primera Instancia en lo Criminal y Correccional de Posadas, Pablo Ricardo Di Loreto, denunció que al incremento de los delitos vinculados con el narcotráfico se suma que las bandas van adoptando nuevas e ingeniosas modalidades para su consumación.
Se dejó sentado que la zona centro es la que mayor auge de narcotráfico presentó en este último año y en ese orden de ideas, resulta particularmente preocupante el hallazgo de varios cargamentos de clorhidrato de cocaína o de su pasta base, que también ingresan desde el vecino país con destino local y a otros países.
Oberá, Campo Grande, Dos de Mayo, Aristóbulo del Valle, San Vicente, El Soberbio, entre otras localidades pequeñas del centro provincial, aparecen en el mapa rojo del narcotráfico y requieren una mayor actividad de las fuerzas preventoras.
Más de 50 mil kilos en 2014
El paso de droga por Misiones creció notoriamente en 2014 con relación al año anterior. Las estadísticas basadas en informes oficiales indican que el nivel de incautación de marihuana fue 33 por ciento mayor al detectado por las fuerzas federales en todo el 2013 y en cuanto a la cocaína, se elevó un 25 por ciento por encima de lo incautado en ese mismo período. Durante el 2013, se impidió el paso de 39 mil kilos de marihuana, cifra que se eleva a las 52 toneladas durante el 2014. Por el lado de la cocaína, de los 1.200 kilos sacados de circulación en 2013, se detectó una tonelada y media en 2014.
La detención de “los madereros” abrió una fuerte disputa territorial
La peligrosa organización narco operó durante octubre de 2009 y septiembre de 2010 en la zona centro de Misiones. Un despechado miembro los delató y cuatro años después todos fueron condenados a prisión
Hace casi cinco años, entre octubre de 2009 y septiembre de 2010, la zona centro sirvió de base de operaciones para una peligrosa organización narco, cuyos integrantes fueron detenidos luego de casi dos años de investigaciones y, cuatro años después (25 de marzo de 2014) fueron condenados en Posadas por haber acopiado y enviado marihuana desde los distintos aserraderos que alquilaban como pantalla laboral en las localidades de Campo Grande, Aristóbulo del Valle y Dos de Mayo.
Fueron descubiertos mediante un despechado miembro que, disconforme con las ganancias que se llevaba cada uno, pero sobre todo por diferencias con el organizador y financista del grupo, informó telefónicamente de manera anónima a la Dirección de Investigaciones (DDI) de la localidad de San Martín, provincia de Buenos Aires, cada vez que un camión salía cargado de la chacra.
Fue uno de los casos más emblemáticos esclarecidos por la Justicia Federal, que de alguna manera marcó en el mapa del narcotráfico la importancia de esa zona para las operaciones ilegales ligadas al tráfico de drogas. La actividad en esa franja nunca se detuvo, ya que inmediatamente aparecieron otras estructuras similares para ocupar el lugar que quedó vacío, que a su vez, colabora en la propagación de otras células y así se va tejiendo la inmensa telaraña de las bandas que manejan amplios territorios.
El dueño de la zona centro
El capo de la peligrosa banda narco, que se encargaba de financiar la compra de grandes cantidades de marihuana y organizar los distintos envíos a Buenos Aires, se llama Martín Lorenzo López (41). Nació en la localidad de Campo Viera pero estaba domiciliado en el Lote 245 de la colonia Yerba Vieja de Campo Grande, siendo su profesión mecánico de autos y vendedor de vehículos y madera.
Fue condenado a doce años de prisión de cumplimiento efectivo como autor penalmente responsable del delito de “organización de actividades de narcotráfico, agravada por la intervención de tres o más personas, en forma organizada”. Introdujo al país 4.200 kilogramos de marihuana y una buena parte la mandó a Capital Federal.
Tras varios meses de investigación, se detectó que ostentaba un alto nivel de compromiso con las actividades del narcotráfico. Para la Justicia es autor y organizador de las acciones delictivas, teniendo como medio de vida la obtención, ingreso, guarda, envío y entrega de estupefacientes en grandes cantidades, organización que le requirió un permanente trabajo en equipo, coordinando acciones conexas destinadas al mismo fin, valiéndose para ello de un buen número de personas, lugares y modalidades, en procura de lograr despistar eventuales pesquisas.
Para todo ello debió contar con la colaboración de otros actores (también condenados) como choferes, estibadores, punteros, colaboradores de la más estricta confianza, que no se dejaran tentar por otros que pudieran desbaratar los planes cuidadosamente diseñados para perpetrar los delitos.
López no sólo comandaba y dirigía el grupo, sino que proporcionaba todos los medios económicos, es decir que financiaba la actividad ilícita y así no sólo obtenía vehículos de carga, pagaba un canon locativo, o adquiría vehículos mal habidos, sino que también proporcionaba teléfonos celulares a todos.
Su organización
López no actuó solo, ya que a su lado manejaba el negocio casi con la misma importancia Jorge Luis Butkowski (46), nacido y domiciliado en el Lote 173 de Campo Grande y cuya actividad laboral la desempeñaba en el rubro aserradero y carpintería. Se ocupaba de hacer las cunas de madera o diseñar otras modalidades.
También integraba la banda Cristian Iván De Lima (27), changarín, que aportaba mano de obra barata y era chofer de confianza de López; el camionero Irineo Urbano Schaffer (65), de Aristóbulo del Valle y quien poseía un emprendimiento maderero que hacía de pantalla a sus viajes; el empresario maderero Máximo Ricardo Rotta (32), de Campo Grande; Antonio Domingo Rodríguez (55), alias Antoñito, domiciliado en San Pedro, dueño de un aserradero; y el comerciante Ramón Cardozo (44), nacido en Puerto Iguazú pero con domicilio real en la localidad bonaerense de Tristán Suárez, donde estaba el galpón en el cual se acopiaba la droga en Buenos Aires.
La investigación permitió saber que López alquiló varios aserraderos de Dos de Mayo, Campo Grande y Aristóbulo del Valle, donde se preparaban las cargas de madera en las cuales iba oculta la droga. En esos sitios se comenzaban a cargar los camiones, que terminaban de completarse en otros aserraderos, por ejemplo, en el de “Antoñito” Rodríguez en sociedad con Cardozo, que también había sido montado pero no explotado ya que el negocio de ambos era solamente mandar droga.
La particularidad de los envíos, es que ubicaban el estupefaciente siempre en el mismo lugar del camión: “En el pecho del semi, bien abajo, o del lado del acompañante”, tal como se describió durante el debate oral. La desarticulación de la organización no significó un retroceso del narcotráfico en esas zonas, ya que actualmente existen otras bandas que se disputan el territorio que quedó descubierto. “La infraestructura quedó armada, como la que dejó Polus en Puerto Mado, por eso, inmediatamente aparecieron otros actores con mucho poder con ganas de continuar el negocio y lo siguen haciendo”, informó una fuente.
La droga de la organización de lópez
11 de octubre de 2009. Un llamado anónimo alertó que un camión saldría de Misiones repleto de marihuana oculta entre maderas y que la droga se había cargado en un aserradero de Dos de Mayo.
Seis días después un Mercedes Benz fue detenido en Campana.
9 de diciembre de 2009. Un segundo llamado advirtió que otro camión salió de Aristóbulo del Valle cargado con madera, pero llevando oculta marihuana que fue enviada por un tal “Antoñito”.
25 abril de 2010. Una patrulla de GNA sobre la ruta provincial 7 observó movimientos raros de una camioneta y un auto, que ingresaron a un camino vecinal. Los siguieron y encontraron la camioneta en un monte, pero el conductor cubrió su fuga a tiros. Incautaron 51 kilos de marihuana.
20 de julio de 2010. La GNA circulaba por la ruta nacional 14, en Campo Grande, y sobre un camino terrado observaron a un hombre al costado del camino. Cuando divisó que era un móvil oficial corrió hacia unas chacras. Sobre un yerbal, los gendarmes encontraron 2.665 kilogramos.
23 de septiembre de 2010. Un anónimo advirtió que cerca de Puerto Tigre, sobre el río Paraná, se intentaría el tráfico de estupefacientes. La Prefectura vigiló la zona. Dos hombres huyeron antes de cargar los 1.075 kilogramos de droga en una camioneta.