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Un ex boxeador formó una banda que sembraba terror en la cárcel de Oberá

boxeadorcarcelEn los últimos años, Mauro Gabriel Meza (26) consolidó mucho poder dentro de la UPII. Tenía “soldados” que robaban para él. Quien se negaba o resistía, era castigado brutalmente. Fue trasladado al Penal de Loreto.

La historia carcelaria del ex boxeador Mauro Gabriel Meza (26), sigue sumando capítulos estremecedores que lo pintan como un personaje sumamente peligroso. En febrero de 2012, protagonizó una espectacular fuga de la Unidad Penal II aprovechando el desconcierto de los guardias durante una gresca, al punto que se escapó por el portón principal sin forzar ninguna cerradura.
Días después se entregó, no sin antes plantear varias exigencias a las autoridades judiciales y penitenciarias. Fue trasladado por un tiempo penal de Loreto y luego regresó a Oberá, donde consolidó poder en base a la fuerza bruta, golpes y amenazas.
Además, fuentes del Servicio Penitenciario Provincial (SPP) reconocieron que el interno gozaba de la consideración y hasta de cierta idolatría por parte de sus pares debido la fuga de 2012, ya que en la jerga carcelaria el que se escapa cobra notoriedad y prestigio.
En este contexto, Meza conformó una banda de “soldados” que reclutaba para robar pertenencias de otros reos, sobre todo zapatillas y mercadería que usaba como propias o utilizaba como moneda de cambio por cigarrillos, droga y todo tipo de favores que se dan en la cárcel.
“Eran unos diez soldados que robaban para él. Amenazaban y golpeaban y, si hacía falta, usaban facas para lastimar a las víctimas que se resistían. Hace un mes y medio los guardias encontraron a un interno todo cortado, quien contó lo que había pasado y apuntó a Meza como el responsable. Se inició una investigación y se determinó que fueron varias las víctimas de la misma banda”, confiaron desde la UPII.
En consecuencia, las autoridades del SPP decidieron el traslado del ex boxeador al penal de Loreto, donde ya estuvo alojado después de la fuga de hace tres años.
Según se estableció, algunos de los reclutados por Meza primero fueron sus víctimas, por lo que los habría obligado a trabajar a su favor mediante amenazas y golpes.
El sujeto es oriundo del barrio Villa Lohr y está preso desde hace seis años por causas de robo y abuso sexual. Antes de ser detenido se perfilaba como un interesante proyecto de boxeo local, pero la mala junta y la vida fácil lo llevaron por mal camino.

Fuga y liderazgo a la fuerza
Precisamente, una disputa por el liderazgo dentro del “rancho” fue el disparador para el asesinato de Rafael Rodolfo Núñez (34) a manos de Marcelo Roberto López (23), en febrero del 2012, circunstancia que Meza aprovechó para fugarse.
Para cumplir su cometido el homicida utilizó una faca hecha con un encendedor como mango y parte de una cuchara sopera como hoja. Fueron tres los puntazos que recibió la víctima, uno bajo la tetilla izquierda que le perforó el corazón y le ocasionó la muerte en pocos minutos. Ambos estaban procesados por homicidio.
El hecho ocurrió el 16 de febrero de aquel año, alrededor de las 21.05, cuando los internos volvían a las celdas tras el último recreo. Sin mediar palabra, según testigos, López extrajo el elemento cortante de entre sus ropas y apuñaló a Núñez, que cayó malherido.
Fue entonces que aprovechando el tumulto, la desesperación y las corridas, Meza entró en acción y se ofreció para ayudar a los uniformados a trasladar el cuerpo de Núñez hasta el vehículo que lo llevaría hasta el Hospital Samic.
Luego de dejar al herido en el transporte, el ex boxeador aprovechó la distracción de los guardias y se dio a la fuga en la oscuridad de la noche. Corrió por un yerbal lindero a la cárcel, entró al monte y se perdió su rastro. Tal vez, si hubiera planeado la fuga de otra forma el resultado no habría sido tan efectivo.
“Salimos afuera con los guardias y pusimos al compañero herido en el móvil. Ellos volvieron adentro y me encontré que estaba afuera solo. Y bueno, me retiré del penal. Vi la oportunidad y salí, como haría cualquiera”, relató él mismo al entregarse, cinco días después.
En los días y horas previas, el entonces prófugo mantuvo permanente contacto telefónico con su madre, quien a su vez actuó de nexo con el presidente del Tribunal Penal, Francisco Aguirre, para obtener las garantías exigidas para su entrega. Había sido sólo el primer capítulo de las andanzas carcelarias del ex boxeador de Villa Lohr.

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