La variedad gastronómica es el principal atractivo y cada colectividad se luce. Grandes artistas animan las jornadas, que se complementan con la feria comercial y artesanal.
Miles de visitantes ya recorrieron el Parque de las Naciones y sus colectividades para disfrutar de los platos típicos y tradiciones del mundo entero desplegadas en la XXXVI Fiesta Nacional del Inmigrante, donde los sentidos se colman de música, aromas y colores.
Además de las casas típicas y el escenario mayor Norguss Jacob, donde cada noche se congregan grandes artistas, el visitante puede disfrutar una gran feria comercial e industrial y de la carpa de artesanos.
“Es una fiesta preciosa, única en el país por la cantidad de colectividades y la armonía en que conviven. El jueves cenamos en la colectividad alemana y ayer (por el viernes) en la brasilera, y en las dos casas nos atendieron de maravillas”, comentó Juan Carlos, un turista de Merlo, Buenos Aires, que visitó la fiesta por primera vez con su esposa e hija.
En esta edición, una treintena de artesanos exhiben sus productos en la carpa ubicada entre el pabellón de espectáculos y la feria comercial e industrial, donde están presentes alrededor de 50 empresas de todo el país.
En tanto, colectividades como la polaca y la rusa disponen de museos donde se aprecia la cultura de cada país. El museo ruso se armó en lo que fue la casa del inmigrante Basilio Mielnik, quien residía en Colonia Guaraní, desde donde hace 18 años se trajo la vivienda sobre el cachapé de un tractor.
Zenona Zabzuk es una de las encargadas de guiar a los visitantes en el museo de los rusos, siempre dispuesta a la charla amena y las anécdotas.
Sabores y tragos
La variedad gastronómica es uno de los principales atractivos y cada colectividad tiene sus exquisiteces.
En promedio, el costo de los platos típicos registró un incremento del 20 por ciento con relación al año pasado, explicaron.
Por ejemplo, el tradicional plato típico polaco incluye cerdo, pollo, empanaditas de ricota, niño envuelto en repollo, ensalada y pan casero, todo por 200 pesos, y se puede compartir entre dos personas.
En la colectividad rusa, en tanto, el arenque con cebolla y crema cuesta 80 pesos; el tradicional borsh (sopa de remolacha) 60 y las empanadas de ricota 50, entre otras delicias. Para los dulceros, el típico imperial ruso vale 25 pesos.
Por el lado de Japón, el yakitori (brochet de pollo con guarnición) cuesta 100 y la bandeja de sushi, por quince piezas, a 150.
La colectividad brasilera tiene una variedad muy apegada al paladar de la región, con poroto, galeto y comidas al paso, como el tradicional bahiano (brochet de salchicha) a 20 pesos, y la sabrosa caipiriña (20 pesos).
Los españoles conquistan con su deliciosa paella, a un costo de 180 pesos la porción abundante. Los cornalitos 40 y la empanada gallega 20. Por el lado de las bebidas, el licor de grosellas o perestroika es uno de los clásicos de la colectividad rusa.
La perestroika tiene tres ingredientes: grosellas, azúcar y vodka, lo que le otorga un color y una textura muy particular y la hace una bebida ideal para el clima frío.
Otra bebida de gran aceptación es la cerveza artesanal Saporoshi, de la colectividad ucraniana, que se elabora en forma artesanal, no posee aditivos químicos, y se utilizan productos naturales: agua, cebada malteada, lúpulo y levadura. “Su graduación alcohólica es del orden de los cuatro a 4,5 grados”, explicaron.
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