Mientras observamos embelesados como las azaleas del frente de nuestra casa muestran un abigarrado mundo de impactantes flores, señal de que la primavera ha comenzado a presentarse, nos admiramos de la regularidad de la naturaleza en cumplir con su cometido, de tal suerte que utilizando el almanaque podemos prever la explosión natural y regalarnos muchas alegrías.
A raíz de la sugerencia que nuestro caracterizado vecino y dirigente yerbatero, Hugo A. Sand, realizara a la Junta de Estudios Históricos en el sentido de declarar lugar histórico a las primeras plantaciones de yerba mate de Yerbal Viejo- señalando algunas sugerencia que movieron a la Junta a formular en forma mediática una invitación a todos aquellos que consideren que sus antecesores están incluidos en la categoría de primeros plantadores, invitación que no tuvo el eco que se esperaba, por lo que hacer esos reconocimientos durante la próxima edición de la Fiesta Nacional del Inmigrante, como proponía Sand iba a ser muy ajustado, la Junta resolvió insistir con la invitación y, al mismo tiempo, iniciar una investigación académica en profundidad sobre el historial de la yerba mate en la provincia en la que era condición para la adjudicación de lotes en Misiones, la obligación de plantar entre 25 al 75 por ciento de su superficie con yerbales, pero esencialmente el historial de la Yerba Mate en Yerbal Viejo, cuyas plantaciones florecieron en medio de las mayores dificultades y contratiempos para los primeros colonos, no ya por las plantas en sí, sino por la fuerte crisis que se desató por los años 30 y que repercutieron en la venta del stock elaborado por lo que debieron luchar a brazo partido y hacer gala de su ya reconocida tenacidad y empuje. Algo que debe quedar registrado y que bien puede ser motivo para que aquellos primeros yerbales sean declarados como lugar histórico, tal como se pide.
Vale que nos ubiquemos: Escribíamos en nuestro libro «Un lugar llamado Yerbal Viejo»: El nacimiento del Siglo XX encuentra al Yerbal Viejo, uno de los mejores yerbales naturales de entonces tratando de salir de la inicua explotación que se le hizo sin control alguno hasta 1894, en que el gobernador, Juan Balestra (1893-1896) solicitó y obtuvo del Poder Ejecutivo de la Nación el decreto que prohibió la enajenación de los yerbales, poniendo en vigencia el reglamento de 1876, lo que dio como resultado el aumento de la cosecha y de la renta correspondiente durante los años 1894/ 1895.
Paralizada la depredación de las plantas de Yerba Mate, el Yerbal Viejo quedó olvidado, solamente aborígenes lo transitaban, es que al haberse producido la federalización de Misiones, la provincia de corrientes, que tenía anexadas las tierras misioneras, las vendió, en un total aproximado de dos millones de hectáreas, las que, en definitiva, quedaron en manos de unas pocas decenas de personas.
Se creyó así enajenar el total de estas tierras misioneras, sin embargo los cálculos pecaron de negligencia y al acercar, presumiblemente desde algún escritorio, los ríos Paraná y Uruguay, quedó un «bolsón» de tierra sin dueño.
Esta feliz circunstancia proporcionó tierras fiscales que permitieron la exitosa colonización que se llevó a cabo en Yerbal Viejo y que resultó atípica ya que no fue orientada en un principio por la Dirección Nacional de Migraciones ni compañía colonizadora alguna.
Hombres llegados de distintos lugares del mundo, sintieron como un aliciente el influjo de esa buena tierra, apostando a la posibilidad de que a partir del codiciado «oro verde» y la madera que les entregaba el bosque, poniendo todo su esfuerzo y sacrificio personal, forjarían un futuro de trabajo en paz, y así hicieron, levantando de entre la selva, un poblado que se fue extendiendo en pocos años y de tal forma que aquella colonia Yerbal Viejo tuvo que ceder paso a su cabecera el pueblo de Oberá.
En el año 1769 se produce la expulsión de los jesuitas, iniciándose a partir de entonces la depredación de los yerbales, es depredación, esa devastación inicua es el resultado de la tentación que significaba la cosecha sin control ni límites del yerbal, y, por sobre todo, la facilidad de «voltear» el árbol y extraerle las hojas una vez caído. De este modo, finalizada la etapa jesuítica, se entra aviesamente a destruir y a devastar los yerbales.
La primera determinación de los yerbateros del este de Misiones estuvo dirigida a explotar los yerbales que los jesuitas habían formado. Así los vemos aprovechar, hasta destruirlos, los que se hallaban alrededor de San Carlos, San José, Apóstoles, Mártires, Concepción de la Sierra y San Javier, que debido a las buenas condiciones en que habían sido plantados y a los cuidados que los jesuitas les dispensaron, se habían extendido en una forma importante y producían beneficios que despertaban la codicia.
Destruidos estos yerbales a falta de cuidados en su explotación, fue necesario seguir avanzando en busca de nueva fuente de provisión y así «aparece» el Yerbal viejo, y a continuación, Campo Grande y Yerbal Nuevo, centros yerbateros de gran importancia aunque duramente tratados por explotadores sin conciencia, que los devastaron.
En tanto los yerbateros de Posadas explotaban, hasta destruir, las plantaciones de los jesuitas inmediatas a Santa Ana, Loreto, San Ignacio y Corpus y enviaban sus comitivas a competir con los que venían de las márgenes del Río Uruguay en su empresa, que por excesiva codicia, fue devastando los grandes yerbales de la región.
Ahora avancemos en el tiempo, podemos decir que ya en 1912 (cuando comienza la colonización de Yerbal Viejo) se han expandido las plantaciones de Yerba Mate. En 1935, se dicta la obligatoriedad de plantarla a los adquirentes de tierras fiscales. De tal forma, de aquellas primeras 600 hectáreas plantadas por Pablo Alain de San Ignacio, se llega en 1935 a las 66.000 hectáreas.
Fue entonces cuando se dictó la ley 12.236 que limitó el cultivo.
Uno de los problemas que aquejó a los pobladores de Yerbal Viejo fue la falta de titularidad de la tierra, al respecto valga la predicción de Francisco Fouilland, entonces Director de la Mesa de Tierras de Posadas. » El día que el yerbatero sea dueño del yerbal, sabrá perfectamente tomar las medidas del caso para conservar el árbol destinado a darle una nueva cosecha cada tres o cuatro años, y tendrá cuidado de reemplazar por plantas nuevas todos los árboles que desaparezcan o cuyo producto no sea ya remunerador. En esta formas y en estas condiciones los yerbales no solamente se conservarán, sino que mejorarán paulatinamente y el costo de la yerba bajará de una manera notable, puesto que se suprimirán en su mayor parte los gastos ocasionados por el acarreo de brazos y de víveres, alcanzando al mismo tiempo la colonización nacional de todo el territorio de Misiones»
No pudiendo ir en contra de nuestra pasión histórico- periodística por la investigación y utilizando nuestro archivo encontramos varios documentos fechados entre 1930/38 en los cuales se reproducen disertaciones, opiniones y reflexiones de destacados hombres públicos , entre ellos del propio Ministro de Agricultura de la Nación sobre el cultivo de la Yerba Mate, centrándose por lo tanto en Misiones como provincia yerbatera por excelencia, documentos que pueden ser ilustrativos para discernir con mayor solvencia aquellos tiempos de yerbales en Yerbal Viejo, tiempos en los cuales en el país se trataba de priorizar la compra de yerba al Brasil y hasta se llegaba a aceptar que esta era superior a la nuestra, tiempos en los cuales se hablaba de las dos corrientes yerbateras, la empresaria con su correlato de mal pago a sus trabajadores y la de los colonos que junto a su familia en un esfuerzo inicuo y con ingenio la «zapecaban». Como el espacio no nos permite utilizar ese material hoy, será en ocasión futura.
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