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El escape de los enjabonados puso en evidencia falencias en las comisarías

comisariatresporatrasLa superpoblación y una infraestructura limitada propician escapes como el reciente en la Seccional Segunda. Son varias evasiones en pocos años. Autoridades judiciales reclamaron medidas urgentes.

La fuga de dos detenidos que se hallaban alojados en la Seccional Segunda de Oberá, quienes enjabonaron sus cuerpos para pasar entre los barrotes de la celda, tuvo amplia repercusión en medios nacionales y puso al descubierto falencias en la infraestructura local para contener a los presos.
Más allá del toque risueño que le otorgaron algunos por lo llamativo del hecho, en los últimos años las comisarías obereñas sumaron varias evasiones y las autoridades judiciales alertaron al respecto en más de una ocasión.
Los recientes evadidos fueron identificados como Gilberto Duarte (38) y Pablo Gómez de Carvalho (20), ambos con antecedentes por robo. A consecuencia de la fuga, las autoridades de la Unidad Regional II decidieron trasladar a la Seccional Cuarta a todos los que estaban alojados en la Segunda.
Según informó la Policía, recién el jueves la Justicia de Instrucción en turno autorizó la difusión de los identikits de ambos fugados por los medios masivos de comunicación.
Al respecto, un vecino de Barrio Norte se contactó con El Territorio para comentar que el miércoles a la tarde uno de los prófugos llegó hasta su domicilio para ofrecerle mandarinas y huevos. “Le compré una docena de huevos caseros por 18 pesos y se fue como si nada. Al otro día, mirando internet, vi las fotos de los presos que se escaparon y estoy convencido de que el mayor (Duarte) fue el que me vendió los huevos”, comentó sorprendido.
Pero la osadía le costó caro a Duarte. El viernes a la tarde fue detenido en Villa Blanquita, a pocas cuadras de donde fue visto el miércoles. Ante la presencia policial, el sujeto intentó darse a la fuga por el patio de una casa, pero lograron recapturarlo y quedó alojado en la Seccional Primera.
Al igual que Gómez de Carvalho -que continúa prófugo-, Duarte es de condición humilde y no cuenta con recursos ni logísticas para escapar de la zona y permanecer en la clandestinidad, como sucedió en otros casos con evadidos acusados por delitos graves.

Calabozos saturados
En diálogo con la prensa, el subjefe a cargo de la URII reconoció que los calabozos de la Seccional Segunda ven superada su capacidad y requieren reparaciones, al punto que para descomprimir el hacinamiento varios detenidos estaban por ser trasladados a la Seccional Cuarta, recientemente inaugurada.
Pero la situación no es nueva. Ya en junio del 2012 tres acusados de homicidio y delitos graves se escaparon por los techos de la Segunda. La semana pasada, en tanto, forzaron los barrotes de la celda y se escaparon saltando el muro del patio interno que conecta con la calle. La fuga ocurrió en los primeros minutos del último lunes.
“Estos dos reos estaban compartiendo la celda con otros ocho detenidos, quienes manifestaron que para poder deslizarse entre las rejas, los evadidos se enjabonaron todo el cuerpo. Se encontraron dos panes de jabón que confirmarían esta versión”, precisó Gómez.
Asimismo, comentó que todos los detenidos de la Segunda fueron trasladados a la Cuarta por razones de seguridad. “Mientras no se mejoren las condiciones en la Seccional Segunda no se llevarán más detenidos. En realidad, la semana pasada ya estaban para ser trasladados a la Cuarta, pero se nos adelantaron y se escaparon”, reconoció el funcionario.

Antecedentes
En los últimos años las comisarías locales fueron noticia por sucesivas fugas. En junio 2012, tres peligrosos delincuentes se escaparon de la Seccional Segunda aprovechando que los guardias miraban un partido de fútbol por televisión. Los sujetos estaban acusados de homicidio, abuso sexual y robo calificado, respectivamente.
Según se estableció, en el horario de visitas ingresaron una sierra que los detenidos utilizaron para cortar el pasador de la celda donde estaban alojados y forzar una segunda puerta que da a un patio interno.
A juzgar por el resultado, la evasión fue diseñada con exactitud y tiempo, para lo que fue vital el aporte de uno de los evadidos, quien llevaba casi un año alojado en dicha dependencia y conocía en detalle los movimientos internos.
Luego, en septiembre del 2013, seis detenidos lograron fugarse de la Seccional Primera, ubicada en pleno centro de esta localidad.
El escape se produjo alrededor de las 20.45, en el momento en que les daban la cena a los detenidos. Según el protocolo de seguridad, deberían ser al menos dos los guardias encargados servir la comida, aunque en este caso el trabajo habría sido realizado por uno.
La celda en cuestión estaba ocupada por siete personas y el uniformado fue reducido cuando ingresó para dejar la olla. Fue entonces que lo derribaron, lo golpearon y seis salieron corriendo; saltaron el portón que da a la avenida José Ingenieros y escaparon a pie.
Antes, en abril del 2009, dos presos se escaparon de la Seccional Primera tras forzar el candado de la celda donde estaban alojados.
Uno de los evadidos fue Marcelo Roque Leal (26), acusado de robo calificado con toma de rehenes ocurrido en Campo Ramón el 31 de diciembre de 2008, y Juan José Demenes (30), imputado por doble homicidio.
Al ser recapturado, uno de los sujetos declaró que pagó una fuerte suma de dinero para escapar con la complicidad policial.

Llamado de alerta
Desde hace años el juez Francisco Aguirre, integrante del Tribunal Penal Uno, viene alertando sobre el riesgo que implican las comisarías saturadas, por la posibilidad de conflictos y fugas.
Tiempo atrás señaló que las comisarías Primera y Segunda tienen el doble de detenidos que permite su capacidad edilicia, por lo que mantuvo reuniones con la cúpula de la Unidad Regional II y los jueces de instrucción, a quienes les solicitó que agilicen los trámites de traslado a la Unidad Penal Dos.
“La cantidad de detenidos supera la capacidad del lugar de detención de las personas que están siendo procesadas, acusadas de delitos como homicidio y homicidio calificado, robo calificado y abuso sexual”, señaló entonces.
Y agregó: “Hoy observamos saturación y precariedad en las comisarías. Por eso los jueces de Instrucción deben dictar procesamiento y prisión preventiva, para que los detenidos puedan ser llevados a la Unidad Penal cuanto antes”.
Además, indicó que en varias oportunidades les solicitó a los jueces que tomen dichas medidas. “Tenemos que trabajar en conjunto para tener una Justicia más rápida, y el proceso debe acelerarse cuando son delitos excarcelables. Después de dos o tres meses hay que derivar a los detenidos a la Unidad Penal, que nos queda cerca de la ciudad y es mucho más segura”, remarcó el magistrado.
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Fugados de comisarías obereñas en los últimos seis años. Desde el 2009 se registran escapes de celdas de seccionales pertenecientes a la Unidad Regional VIII, utilizando distintos métodos y horarios.
La Unidad Penal, desbordada

La cárcel de Oberá cuenta actualmente con 327 internos, 100 más que la capacidad normal para la que fue diseñada. En consecuencia, el hacinamiento deriva en situaciones anormales y riesgosas para la población y el propio personal.
Fuentes internas confiaron que en la mayoría de los pabellones se ubican cuchetas triples para ganar espacio, al tiempo que muchos internos duermen en el piso.
El sector A, para condenados y procesados, tiene una capacidad original para 150 reos, cifra que actualmente trepa a 205. En tanto, el sector B (la cárcel vieja) tiene espacio para 75 detenidos, pero ya suman 122.
“Cada pabellón tiene capacidad para doce internos, pero hay el doble. En estas condiciones se complica mucho la tarea del personal. Por ejemplo, para hacer una requisa entran cinco uniformados y son 24 internos; mucha desproporción en caso de un intento de motín”, explicaron.

(Territoriodigital)

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