A partir del 30 de octubre de 1983 se inició una nueva etapa en la vida política argentina con el regreso a la democracia tras un largo y oscuro período que se extendió por casi ocho años de dictadura militar, dictadura sin precedentes que se iniciara el 24 de marzo de 1976, produciendo el resquebrajamiento de la raigambre social argentina y marcando a fuego a la sociedad toda, la que, sin embargo y luciendo estirpe logró ir recuperando prontamente la imagen de país tan felizmente atendido institucionalmente tan solo cumplimentando el articulado de la Constitución Nacional que nos rige. Pero es tiempo, en éste como en otros temas que generan política, recordar sucintamente que fue el 30 de octubre de 1983 cuando los argentinos volvieron a las urnas en una elección democrática y abierta en la que la fórmula radical triunfa llevando a Raúl Ricardo Alfonsín como presidente y a Víctor Martínez como vicepresidente; también el radicalismo triunfa en la provincia de Misiones, imponiéndose la formula Ricardo Barrios Arrechea- Luis María Cassoni para la gobernación y vice gobernación respectivamente y el candidato radical, Mario Luciano Bárbaro, es electo intendente de Oberá.
Y así, casi sin poder imaginarlo en 1983 donde, con obstáculos difíciles de sortear, apareció la democracia, hoy, con orgullo ciudadano contabilizamos 34 años de vida democrática sin interrupciones y, corroborando lo dicho, estamos ante otra jornada cívica de relevancia el próximo domingo 23, y, decimos de relevancia, porque todas lo son ya que el ciudadano, libremente, puede elegir a conciencia y según su real entender, sin sufrir presiones, su decisión electoral teniendo como confesor el cuarto oscuro de la mesa en la cual le corresponda votar.
Esto que podría aparecer como una concesión es un derecho/deber ciudadano que merece ser ejercido como tal y aquí en estos lares todo se presta a hacerlo sin dificultades en una provincia que, como la nuestra, en los estratos oficiales se prioriza lo misionero, así como debe ser, pero no está en pugna por ello con lo nacional, si, no podemos negarlo, en Misiones, por lo tanto en Oberá, se vive un aire fresco políticamente hablando, que no creemos pueda ser deteriorado, algo que descartamos basándonos en los comicios limpios por años en esta tierra colorada. Por otra parte, la dirigencia política en sus presentaciones públicas ha demostrado un encendido fervor partidario siempre encuadrado en la ética.
Agreguemos que, como plato principal, más allá que la elección de legisladores, Oberá por vez primera elegirá defensor del pueblo, un acicate más para ir a votar el domingo.
Sin embargo y como para entrar un poquito en calor político y aceptar no pintar todo con pinceles limpios, aunque así lo motiven las circunstancias, saliéndonos del cuadro misionero nos vamos a hablar mano a mano con el ciudadano de aquí y de allí“
Escribíamos el 15 de octubre de 2009:
Esta Constitución garantiza el pleno ejercicio de los derechos políticos, con arreglo al principio de la soberanía popular y de las leyes que se dicten en consecuencia, el sufragio universal, igual, secreto y obligatorio” “Los partidos políticos son instituciones fundamentales del sistema democrático” “Los ciudadanos tienen el derecho de iniciativa para presentar proyectos de ley en la Cámara de Diputados. El Congreso deberá darles expreso tratamiento dentro del término de doce meses.” (Artículos 37-38 y 39 Constitución Nacional)
Los otros días en la rueda alguien se refirió a los políticos con la repetida frase de ¡con los políticos que tenemos! que usted, yo y nuestro vecino habremos escuchado y que ha servido en algún momento como terapia a un pueblo, el argentino, que despertó un 20 de diciembre de 2001 obligado a cerrar la complaciente ventana de ficción en la que le tocó vivir sin sobresaltos de tal magnitud (en tiempos democráticos) hasta entonces. Y así, día a día pudo ser testigo de un traspié del país que parecía destinado al abismo institucional.
Nada sencillo por cierto y que fue causa de la renuncia del presidente de la Nación y de una saga de presidentes que sumó a cinco y que pretendió componer ¿remendar? el barco nacional y fue el quinto el que pudo anclarlo otra vez en puerto.
¡Que se vayan todos! en referencia a los políticos entonces de turno y la frasecita halagó los oídos del pueblo que encontraba de esta manera un canal de expiación de sus propias culpas por haber sido, eso lo advirtieron quienes ejerciendo el derecho soberano del sufragio con su voto ungieron a lo largo y a lo ancho del país a quienes serían sus representantes y tras el fracaso, los quisieron echar por la borda, cundiendo entre el electorado
Una suerte de resquemor con la función política y un deseo “a priori” de abstenerse en lid que aparecía hasta bastardeada. Sí, pudiera ser que esa ola del “no te metás”, porteño, pero con carta de ciudadanía nacional, que prendió sin distingos de origen ni credos y con el que, haciendo la vista gorda, se dejaba avanzar violencia y corrupción como en un pacto de silencio, eludiendo compromiso y participación.
Si pudiésemos hilvanar un paquete literario como el que sabía construir don Miguel de Cervantes Saavedra, un grande de la literatura mundial, padre intelectual de Don Quijote de la Mancha y Sancho Panza, su escudero, pondríamos en boca de éste y con referencia al tema anterior que “la culpa no es del chancho sino de quien le da de comer”, sin que suene como una grosería, pero en fin, lo dicho, dicho está y puede bien ser utilizado para comprender el porqué aunque algunos políticos ¿muchos? carguen una mochila pesada por falta de ética y otras yerbas tal vez más amargas, entre otros muchos ciudadanos honestos en la función pública que los hay, somos de la idea de que está en mano de los quejosos cambiar a los tripulantes descarriados del barco político con solo ejercer, sin caer en tentaciones materiales, los derechos que la ley democrática les otorga.
Nuestro ciudadano común siente y mucho la agresión del medio y hasta puede sentir la falta de poder disfrutar de los derechos humanos elementales como ser receptor de una política sanitaria y educativa integral, poder programar su futuro inmediato sin barreras económicas que lo impidan y no sufrir discriminación alguna, así como no ser blanco inocente de una violencia enseñoreada en la sociedad.
Pero también entendemos que aunque la solución integral no llegue como para erradicar los grandes males que aquejan a la sociedad y que mucho tienen que ver con la incursión de un materialismo a ultranza en los pueblos, lo que provoca distorsiones de todo orden y que nos coloca en crisis casi permanente, podemos sí, aspirar a morigerar ese aire de revancha que se nos prende en ocasiones.
Y aunque parezca apresurado, entendemos que desde ya se están dando algunas condiciones como para que comencemos a vivir una vida mejor que nos permita aceptar mostrar -hacia adentro y hacia afuera- que vamos superando los viejos fantasmas que nos acechan y que perturban nuestros más sanos propósitos de cooperación ciudadana.
Por último y sin que suene como una amonestación más sino hasta con picardía ¿criolla?, confesemos que ni aquí ni allá en particular, sino en el todo general, es corriente advertir que hemos adquirido la costumbre de protestar y no estar conformes con nada ni con nadie, así como la de llevarnos por delante mandatos, investiduras, instituciones y leyes y abrazando el tango de Discépolo -aquel de la Biblia y el Calefón- como para cobrar fuerzas con su letra, nos vamos descamando socialmente y nos hacemos a un lado, políticamente.
“¡No te metás!” y así no se puede…
… cargar sobre los hombros ese tan preciado título de ciudadano que no es honorífico por cierto, pero que otorga nada menos que el pleno ejercicio de los derechos políticos con arreglo al principio de soberanía popular y que nos hace sujeto activo para emitir el sufragio.
Por último y como para hacer reverberar la sangre ciudadana aceptemos también que “con desestimar, burlarnos, castigar y/o, manosear hasta la intimidad, de nuestros adversarios políticos no hacemos más que cercenarnos el camino de soberanía popular pregonado en la Constitución Nacional.

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Categorías: Columnas de Opinión
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