Continuando nuestra mirada al mundo de San Francisco, no podemos dejar de pensar en un gran maestro renovador del arte pictórico de la Edad Media: Giotto, que nació probablemente en el 1267, en «Colle», cerca del «Vicchio del Mugello», de familia campesina.
   Dice la tradición que fue descubierto por Cenni de Pepe, conocido como «Cimabue», mientras dibujaba sobre una piedra una de las ovejas, que él llevaba a pastar.
   Muy probablemente la familia, como muchas otras, dejó el campo y se fue a la ciudad, donde el niño fue mandado a aprender un oficio en la «bottega» del Cimabue, siguiendo el cual visitó Roma y Asís.
   Pronto empezó a trabajar por su cuenta y en 1290 pintó las Historias de Isaac, en Asís y el Crucifijo de Santa María Novela en Florencia.
   En 1267 se casó con Recibida de Lapo del Pela, con la cual tuvo 8 hijos, 4 varones y 4 mujeres, la mayor de ellos, Catalina, se casó con un pintor, Rico di Lapo y fue abuela de Giottino, él también conocido pintor florentino.
   La primera parte de su vida activa la divide entre Asís, donde trabaja en la decoración de la Iglesia Superior de San Francisco, y Roma, donde trabaja en la Iglesia de San Juan del Letrán (obras perdidas en su totalidad), preparando el jubileo, que en el 1300 proclamó el Papa Bonifacio VIII.
   Entre 1304 y 1306 trabajó en Padua, ciudad de Italia Septentrional, en la decoración de la «Capilla Scrovegni».
   El cielorraso de esta Capilla es considerado la obra maestra de Giotto y comprende 10 medallones con Jesús, María y los profetas.
   Su presencia en Florencia es documentada en los años 1314-1318-1320-1326-1327.
   En este último año se inscribió en el Gremio de los médicos y farmacéuticos, al cual recientemente se había admitido también a los pintores.
   En 1328 los documentos hablan de la presencia de Giotto en Nápoles al servicio de Carlos de Angió.
   El 12 de abril fue nombrado Presidente de la fábrica del Duomo de Florencia y empezó a trabajar en la torre campanaria de Santa María de la Flor, sin terminarla porque murió improvisamente el 8 de enero de 1337.
   Aparte de las obras citadas aquí, hoy día se encuentran pinturas giottescas en los principales museos del mundo como por ejemplo «La Madona con el niño» en el Museo Washington o «El Jesús benedicente en el trono» en la Galería de los Oficios en Florencia.
   Creo que Giotto merecía estas líneas para que se lo pudiera apreciar en su valor renovador en el arte del dibujo y del color y no sólo como un ilustrador franciscano.
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Categorías: Columnas de Opinión

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